Modales y molestos.
Miles Davis tocaba como los dioses. Es decir, si lo dioses existieran y pudieran interesarse en algo como la trompeta, sería Davis un Dios. Y ahora estaría en el lugar donde los dioses hacen sus cosas acompañándoles con sus notas sincopadas, su improvisación armónica, su sentido de la libertad. Y de todos los discos de este genio, es sin lugar a dudas –comparto ésta apreciación con los “conocedores”- es “Kind of Blue” el mejor. Siempre lo tengo en mi lugar de trabajo, en el computador, en el departamento, o en casa de mi chica. Uf, mi chica, me acorde que de eso les quería contar. Ella si que sabe de estas cosas. Me refiero a la libertad del sonido. Saben, toca la batería. Pero no esa, mal pensados, la de las cajas –en realidad no es muy dada a la cocina a pesar que se defiende. La Pamela, que es cómo se llama, es lo más tierna del mundo. Se junta con sus amigas y arma tocatas de su grupo que se llaman “Las Corridas”, y preparan cover de temas conocidos, de esos medio hard, baladas roqueras, algunas cosas panketas, bien dura se colocan cuando toman margaritas cabezones –los prepara la Jose que dice que tiene experiencia en brebajes desde que trabajó en la barra de un boliche de un tío o algo por el estilo.
Cómo les contaba, Miles Davis es el único negro romanticón que me permite mantener la Pamela en su casa, nada de Blues o cosas por el estilo, lo suyo es el sonido más sucio.
Cómo rompe cajas mi chica, sin ningún miramiento le da. Paran, un sorbo de margarita y a darle otra vez.
Resulta que ella vive en una casa compartida con otras amigas en Bellavista. Cuando tienen que ensayar lo comunican a todos en el vecindario. En realidad lo hacían al principio, ahora le dan no más, total todos saben que los viernes es de tárreo.
Recuerdo que una tarde llegué en medió del ensayo. Pero no se enteraron de un nuevo vecino, un tipo de modales muy finos y que escucha música de la Radio Beethoven todo el día, se sintió afectado por la fiesta de las muchachas y partió a reclamar.
Yo les cuento por que estaba en el lugar de los hechos. Me hubiese gustado que vieran la cara de desesperado del tipo intentando hacer callar a “Las Corridas”, que cómo es posible que toquen tal barbaridad, que el respeto a los otros, y cosas por el estilo.
Bueno, la cosa es que el hombre al no conseguir que se le respondiera concibió un plan B –siempre es bueno tener uno, por cualquier cosa digo yo- y llamo a la municipalidad y a los pacos. En cuestión de medía hora se apersonaron. Que mierda. Resulta que las chicas tocarían en un beneficio para la municipalidad, además que la Pamela conocía a uno de los oficiales que realizaba el “procedimiento”, así que a los cinco minutos les estaban mostrando el material –debo decir que los más suave del repertorio- para que opinaran de los temas y jajaja, para allá, y que lindo te ven de uniforme, para acá, y más jajajaja. Y bueno, le bajamos el volumen, que tanto, jajajaja. Es que las minas la saben hacer con los hombres.
A los diez minutos ya todos han partido a seguir en sus cosas, las chicas cagadas de la risa ensayando cómo si nada ha pasado, y el hombre de la música docta con el cuello de jirafa. Me cuentan que el sujeto se ha cambiado de barrio.
Yo me quedo en todo caso con Davis.
Cómo les contaba, Miles Davis es el único negro romanticón que me permite mantener la Pamela en su casa, nada de Blues o cosas por el estilo, lo suyo es el sonido más sucio.
Cómo rompe cajas mi chica, sin ningún miramiento le da. Paran, un sorbo de margarita y a darle otra vez.
Resulta que ella vive en una casa compartida con otras amigas en Bellavista. Cuando tienen que ensayar lo comunican a todos en el vecindario. En realidad lo hacían al principio, ahora le dan no más, total todos saben que los viernes es de tárreo.
Recuerdo que una tarde llegué en medió del ensayo. Pero no se enteraron de un nuevo vecino, un tipo de modales muy finos y que escucha música de la Radio Beethoven todo el día, se sintió afectado por la fiesta de las muchachas y partió a reclamar.
Yo les cuento por que estaba en el lugar de los hechos. Me hubiese gustado que vieran la cara de desesperado del tipo intentando hacer callar a “Las Corridas”, que cómo es posible que toquen tal barbaridad, que el respeto a los otros, y cosas por el estilo.
Bueno, la cosa es que el hombre al no conseguir que se le respondiera concibió un plan B –siempre es bueno tener uno, por cualquier cosa digo yo- y llamo a la municipalidad y a los pacos. En cuestión de medía hora se apersonaron. Que mierda. Resulta que las chicas tocarían en un beneficio para la municipalidad, además que la Pamela conocía a uno de los oficiales que realizaba el “procedimiento”, así que a los cinco minutos les estaban mostrando el material –debo decir que los más suave del repertorio- para que opinaran de los temas y jajaja, para allá, y que lindo te ven de uniforme, para acá, y más jajajaja. Y bueno, le bajamos el volumen, que tanto, jajajaja. Es que las minas la saben hacer con los hombres.
A los diez minutos ya todos han partido a seguir en sus cosas, las chicas cagadas de la risa ensayando cómo si nada ha pasado, y el hombre de la música docta con el cuello de jirafa. Me cuentan que el sujeto se ha cambiado de barrio.
Yo me quedo en todo caso con Davis.
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