Apuntes cinco

UNO. Tengo una postura. No soy indiferente al tema, y es suficientemente delicado cómo para que no pueda sentir la necesidad de comentar sucesos que se relacionan con mi trabajo y mi vida, contextos que se cruzan de distintas maneras.
Las drogas y los afectos. Dos ámbitos que en este momento confluyen de manera especial –excepcional.

DOS. Resulta que el jueves 08 de junio, al llegar a la Maestra, me entero que Roberto fue detenido en un operativo de OS-7 de Carabineros. Me cuentan que la Fiscalía Oriente realiza una investigación por microtráfico en el sector, y las indagaciones se dirigen a este punto.
Debo decir que Roberto lo conozco hace algún tiempo. Le tengo aprecio y cariño, no es un mal tipo pero se que tiene ese detalle –en otro tiempo hubiese dicho de frentón defecto- que es un consumidor de cocaína. Él esta a nivel de drogodependiente. Digo en otro tiempo, por que antes de llagar a trabajar a la Maestra era particularmente opositor a todo tipo prácticas, yo no las consumo y parece, aun hoy, un tremendo mal que debe ser enfrentado. Esto no impide que en el camino –en los últimos cinco años- pudiera considerar algunas cosas que enriquecen mi opinión.
Primero: Hago la distinción de los efectos de las drogas duras y otra especie que tienen carácter distinto cómo la canabis, que sin ser beneficiosas del todo para el organismo –es un tema en sí para discutir y este no es mi espacio para explayarme- pero que sus efectos sin lejos menos permisivas para los sujetos que las consumen. Esto lo he visto en distintos estadios de mi vida. Al comparar los efectos que tienen en amigo y conocidos distintas sustancias.
Lejos, las drogas legales que se consumen para “resolver” patologías sicológicas o de otra naturaleza, tienen efectos colaterales que se pueden pesquisar y se contiene en sendos estudios de no muy difícil acceso. O por ejemplo los efectos del alcohol es mayor los daños sociales que produce su consumo en el mundo.
Segundo: Yo, en mi fuero interno y por una cuestión ética, condeno la comercialización de sustancias ilícitas. Me provoca un rechazo poderoso él que se me acerquen a preguntar por “datos” y en general le hago la guerra a los que intuyo en ese tipo de comercio. En todo caso el ambiente esta dañado por estas adicciones. Puede sonar candido esto, pero me duele saber que alguien a quien estimo consuma, más si tengo la idea que además comercializa –cómo es la acusación contra Roberto.
Pero este es tal vez el cambio más importante que ha operado en mi postura sobre el tema, y se basa en la autonomía de la voluntad. Si un sujeto adulto decide consumir alguna sustancia –aquí integro desde el alcohol hasta los químicos duros- es parte de esa condición del ser humano, que se contiene en la idea de una libertad responsable. Cómo la responsabilidad tiene alcances diversos, lo suscribo al ámbito del respeto que se tenga por las opciones de los otros, se debe tener presente que los actos no deben perturbar el desarrollo de los procesos ajenos, sino en el contexto de un sistema de relaciones cómo puede ser lugares específicos, etc.
Tercero: Yo propiciaría la legalización –y por tanto control no punitivo- de la comercialización y consumo de drogas diversas. Creo que es la única manera de contener el avance de éstas. Es dicho cómo argumento las experiencias históricas de distintos tipos de sustancias prohibidas que en ese escenario enriquecen a mafias inescrupulosas. Puede ser. Pero yo le doy más fuerza a la mirada de control positivo que puede lograr la sociedad al tener una idea más o menos clara de los actores, niveles, y estadísticas de sujetos que consumen. De esta manera se focalizan esfuerzos desde el Estado para que políticas públicas asuman el costo de estos consumos, posibilitando una educación informada de los alcances de las decisiones de estos mismos.
Para cerrar éste punto, quisiera decir que he visto cómo muchos conocidos se destruyen en este circulo perverso y he intentado equilibrar dos extremos, por una parte la opción de ellos por el consumo; por otro lado está la preocupación de decir que intenten salir del circulo y proponer –cuando se puede- maneras de caminos para lograr esa salida. Debo confesar que es difícil y complejo el tema, y que muchas veces me sobrepasa, por lo mismo mi opinión esta siempre abierta a completar miradas distintas que sirvan. Por lo tanto no es un tema cerrado para mí.

TRES. El sábado apareció en El Mercurio esa pequeña nota. Suficiente cómo para que amigos y conocidos me llamaran para preguntar si yo estaba involucrado. Nada más lejos de los hechos, la prensa maneja el tema de forma muy poco rigurosa. Que más puedo decir.

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