Apuntes seis

UNO. En realidad si me gusta mucho Miles Davis. Y escucho normalmente la Radio Beethoven. Pero no pude contenerme, y cuando estaba a medio camino de escribir una crónica de gustos, me salio un relato. Así estoy.
La Ju me dice que tengo que escribir un cuento de primavera en invierno, es por lo que genera el ambiente de un relato de una estación más calida en el inicio de la época invernal. Puede ser.
En realidad debiera estas estudiando para unas pruebas globales en la U, pero es más poderoso esta cosa de colocarme frente al teclado y comenzar a disparar letras, palabras bellas, insultos gratuitos, clasificaciones eclécticas, borrachera intelectualoides, etc. Y mientras me acompaña John Coltrane, o Ella Fitzgerald, o Lois Armstrong me desprendo de esa melosa cargada de sonidos insípidos. O simplemente subo el volumen en la radioemisora y suelta sus ondas de música de antiguos ritos.
DOS. Encontré en un disco de respaldo de un antiguo computador, unos archivos de cuentos guardados desde el año 2000 al 2004. Son algo así cómo diez relatos, cuentos a medio comenzar, a medio terminar, o un par de ellos terminados pero que con la vista de mi presente me parecen muy deficientes. Mucho más de lo deficiente que siento mi escritura hoy. Recuerdo que una de las razones por la cual comencé a subir textos y crónicas a éste blog fue para practicar pulso y mostrar ideas.
Y es en éste tiempo que siento una menor intensidad en los compromisos que por distintas razones estaba involucrado, tengo una mayor tranquilidad para escribir, y arriesgarme a ser leído y criticado, y desautorizado por quien tenga el valor de decir las cosas sin miedo a provocar en mí una mejora –si es que tiene sentido decir eso. En todo caso siento un gran placer al escribir.
TRES. Y siento placer al leer. Les he contado que tengo una relación algo fetichista con el objeto libro, una especie de fascinación por la estructura y contenido de una buena novela, un poemario o un ensayo –con algunos reparos por el género en cuestión- o una monografía que sea capas de explayar ideas de manera ágil y novedosa. Todas son cualidades que siento desvanecida de mi propia escritura, constituida de instinto más que de oficio, de metáforas sigilosas más que técnica. Pero todo se puede lograr con empeño, me dicen algunos amigos.

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