¿y el paro va?
Ahora es un Paro Nacional. Estos chicos se las traen. Ayer tarde conversaba con un ex funcionario de gobierno y analizaba este movimiento. Me hablaba de lo que puede llegar a significar, en la lógica del Poder subvertido, las peticiones de un grupo social para otros que aspiran a mejorar condiciones concretas para sus demandas. Es un tema complejo, en tanto si se les asigna respuesta a sus demandas –siempre hablo desde la lógica del poder- estos otros sectores podrían alzar sus propias demandas sectoriales. Todo eso tiene sentido. El dilema es que todo esta contenido en un contexto en el que la institucionalidad no ha sido colocada a prueba en situaciones de crisis de mayores magnitudes. Es posible pensar que la autoridad –recordemos que representa la potestad del Estado- entregara a una serie de demandas que puede que desequilibre sus preciados equilibrios macroeconómicos y otras dimensiones de la gestión que son mucho más sutiles (Me cuentan que Martín Zilic, ministro de educación, se encuentra renunciado hace más de cinco semanas, por no haber podido responder a sus expectativa en el cargo, y que la Presidenta no se la acepta por el obvió signo de crisis. Por otra parte la PDC amenaza con abandonar la coalición http://www.elmostrador.cl/ )
Definitivamente es una oportunidad de avanzar, en al menos, la discusión de un temario mínimo, que contiene áreas cómo la democratización sectorial de espacios aun vedados para el discurso de inclusiones, como por ejemplo el de elección de autoridades de regiones, o el sistema binominal, o el reconocimiento de la identidad originaria, etc. El punto que quiero marcar es la imposibilidad de consolidad estos avances –en el supuesto de lograr concluir estas demandas- si es que el armazón normativo lo impide. Es visto desde este punto una contradicción vital, pues en los dogmas que se funda el modelo “democrático” –dicho hasta la saciedad pero siempre importante remarcar, herencia de la revolución neoliberal de la década del ochenta- esta indefinidamente atado entre sí. No se puede modificar elementos de la fundición sin remover el sentido del todo. No es posible que el Estado se involucre más de lo que los particulares estén dispuesto –eufemismo para referirse a los privados que están en condiciones de proyectar esas iniciativas- o en condiciones de realizar. O, por ejemplo, de que manera se puede volver a concebir el concepto de propiedad –piedra angular del ordenamiento jurídico- si se quiere modificar los cinco tipos de modelos de gestión de las instituciones educacionales –municipal; pública; particular privado; subvencionado; subvencionado con aporte compartido- y que es parte de lo que se consagra en la LOCE, y que entre paréntesis pasa a todos los distintos niveles de la educación.
Por lo visto, definitivamente podemos estar ante un momento histórico en el sentido del inicio de un tiempo de cambios que pueden llevarnos muy lejos. Ese es el techo. En lo mínimo se lograrán una serie de recompensas a la lucha que realizan los secundarios, y que les dará a esta generación una escuela principal para su futuro cómo ciudadanos. Ambos dos extremos son de una tremenda importancia.
Definitivamente es una oportunidad de avanzar, en al menos, la discusión de un temario mínimo, que contiene áreas cómo la democratización sectorial de espacios aun vedados para el discurso de inclusiones, como por ejemplo el de elección de autoridades de regiones, o el sistema binominal, o el reconocimiento de la identidad originaria, etc. El punto que quiero marcar es la imposibilidad de consolidad estos avances –en el supuesto de lograr concluir estas demandas- si es que el armazón normativo lo impide. Es visto desde este punto una contradicción vital, pues en los dogmas que se funda el modelo “democrático” –dicho hasta la saciedad pero siempre importante remarcar, herencia de la revolución neoliberal de la década del ochenta- esta indefinidamente atado entre sí. No se puede modificar elementos de la fundición sin remover el sentido del todo. No es posible que el Estado se involucre más de lo que los particulares estén dispuesto –eufemismo para referirse a los privados que están en condiciones de proyectar esas iniciativas- o en condiciones de realizar. O, por ejemplo, de que manera se puede volver a concebir el concepto de propiedad –piedra angular del ordenamiento jurídico- si se quiere modificar los cinco tipos de modelos de gestión de las instituciones educacionales –municipal; pública; particular privado; subvencionado; subvencionado con aporte compartido- y que es parte de lo que se consagra en la LOCE, y que entre paréntesis pasa a todos los distintos niveles de la educación.
Por lo visto, definitivamente podemos estar ante un momento histórico en el sentido del inicio de un tiempo de cambios que pueden llevarnos muy lejos. Ese es el techo. En lo mínimo se lograrán una serie de recompensas a la lucha que realizan los secundarios, y que les dará a esta generación una escuela principal para su futuro cómo ciudadanos. Ambos dos extremos son de una tremenda importancia.
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