Apuntes tres
UNO. Uno se divide, se fragmenta en mundos. Mis mundos se colocan a prueba a cada rato, cuando me siento desterrado de alguno, siempre cabe la posibilidad de allegarse a otro. Es una sensación extraña, de diversidad social y cultural, en la que siempre uno rota, se dispersa, se encuentran palabras y gestos –muchas veces contradictorios- pero que son parte de lo que uno es, reflejado en los intereses que intento satisfacer.
DOS. Ayer visite a al Ale, al Chire, la Goga y sus hijos –uno de los cuales es mi ahijado. A Alejandra y la Goga son hermanas -las conozco desde el mediado de los noventa. La Ale tiene una linda relación con el Chire, un italiano que lee novelas francesas y construye muebles, van a tener un hijo –el Simón, mi ahijado de cuatro años, ya le asigno el nombre: León. De tarde en tarde vuelvo a verlos, conversamos y nos reírnos de la vida, de los altos y bajos de esta, de la manera en que enfrentamos las vicisitudes. Ayer tuvo un sabor especial, un contexto que adquiere sentido en familias como la de estas mujeres. Después de celebrar a la madre –mi madre querida, lo digo con todo el cariño que se pudiera expresar en letras- celebre con ellas, y en silencio, sin decirlo, pero con la presencia del recuerdo de su propia madre –la historia del sacrificio que tanto tiene que ver con mi propia experiencia. La Gola –la madre de ellas- falleció ya hace unos cuatro años. Ayer no lo dijimos expresamente, pero siempre estuvo su imagen, su recuerdo siempre vivo.
TRES. Tiempo de mujeres. Bien. Es un mundo que debiera mejorar sustancialmente con las chicas en asenso. Eso es lo que quisiera. De una vez por todas darle a oportunidad para que ellas manejen las riendas, si finamente han sido tan importantes en muchos ámbitos –trascendentes a pesar del papel que le hemos asignado en la historia de la humanidad- que sinceremos el poder y le dejemos manejar el destino del mundo, si la patriarcal no ha hecho más que llevar a un atolladero nuestro planeta. Y los hombres ha hacer un esfuerzo y reinventar nuestro papel.
DOS. Ayer visite a al Ale, al Chire, la Goga y sus hijos –uno de los cuales es mi ahijado. A Alejandra y la Goga son hermanas -las conozco desde el mediado de los noventa. La Ale tiene una linda relación con el Chire, un italiano que lee novelas francesas y construye muebles, van a tener un hijo –el Simón, mi ahijado de cuatro años, ya le asigno el nombre: León. De tarde en tarde vuelvo a verlos, conversamos y nos reírnos de la vida, de los altos y bajos de esta, de la manera en que enfrentamos las vicisitudes. Ayer tuvo un sabor especial, un contexto que adquiere sentido en familias como la de estas mujeres. Después de celebrar a la madre –mi madre querida, lo digo con todo el cariño que se pudiera expresar en letras- celebre con ellas, y en silencio, sin decirlo, pero con la presencia del recuerdo de su propia madre –la historia del sacrificio que tanto tiene que ver con mi propia experiencia. La Gola –la madre de ellas- falleció ya hace unos cuatro años. Ayer no lo dijimos expresamente, pero siempre estuvo su imagen, su recuerdo siempre vivo.
TRES. Tiempo de mujeres. Bien. Es un mundo que debiera mejorar sustancialmente con las chicas en asenso. Eso es lo que quisiera. De una vez por todas darle a oportunidad para que ellas manejen las riendas, si finamente han sido tan importantes en muchos ámbitos –trascendentes a pesar del papel que le hemos asignado en la historia de la humanidad- que sinceremos el poder y le dejemos manejar el destino del mundo, si la patriarcal no ha hecho más que llevar a un atolladero nuestro planeta. Y los hombres ha hacer un esfuerzo y reinventar nuestro papel.
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