Entredichos


Soy pobre como los pobres,
y más pobre porque no tengo tierra para enterrarme.
Y mañana, cuando mire mis huellas, y las que deja el paso de los hombres,
lameré heridas.

Soy hombro, ni tan hombre ni tan sombra,
intentando respetar el brote de los ciclos.
Y cuando termine de ahogar los sueños y las promesas,
volveré al principio, donde todo comienza, a dormir en serio.

Soy visco, no entiendo la letra de las palmas,
ni el sentido de los tiempos, las manchas del sol o el quejido del viento.
Y al final somos todos, todas las cosas que se esclarecen en un beso,
en un gesto, el segundo que perdimos el rumbo, la lluvia de suave invierno, el secreto del té –aroma y sabor intenso, o el tabaco que se vuelve cemento el cielo.
Al final siempre hay espera. Luego lamento. Luego sosiego.
Luego contento.

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