Cosas de madrugada.

Tengo insomnio post Maestra. Son ya las cuatro de la mañana y he llegado hace unos diez minutos. No tengo sueño y me dedico a matar el ánimo leyendo y buscando cosas en la red.
Fue una jornada tranquila. Solo tuve que empujar a un par de tipos que se pasaban de listos –yo no lo soy en todo caso- y me piensan simpático y capas de entregar parte de mi independencia en sus arrebatos de ganadores de la noche. Mala cosa.
Tocaba una banda de soul hip-hop. Los Rapaces. Buenos muchachos, con un interesante trabajo coral. Entre medio del público unos gringos que quisieron sentir el aroma sudaca, y se mezclan con la naturalidad de unos elefantes en una cristalería –que mala metáfora. En un instante uno de ellos se sube al escenario y levanta las manos para lanzarse y ser aventado por la gente –se que eso tiene un nombre que no manejo. Finalmente se decide saltar pero con pésimos resultados. No estaba el ambiente para esas manifestaciones de júbilo. El sujeto termino en la pista, con alguna contusión, y sin lograr esa fusión con la masa –eran unos sesenta. Pero bueno, que más da, si el cliente tiene la razón.
Parte la despedida de Álvaro. Será el martes treinta y la jornada tiene por nombre “Chao Pelao”. Que apropiado signo de cariño para un símbolo de ese rincón de humanidad…

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