Sobre amantes.

Según la cosmovisión budista –el Tantrismo-, existen siete niveles o puntos focales, llamados chakras –ruedas en sánscrito- en los que relacionados con glándulas especificas del cuerpo, y funciones niveladas de la conciencia humana, permite cierto equilibrio físico y espiritual de los sujetos. Imagínense cada cual que lee esta crónica cómo una gran generadora y receptora de energía y que su columna vertebral es el centro de ese proceso. La base se encuentra en el origen de la columna –abajo en la espalda- y en ese punto además se ubica una culebra enroscada llamada Kundalani que al desplegarse –con ejercicios específicos que se desarrollan, se reconocen tres, el recitado de frases especificas; danzas rituales; y la meditación- permiten liberar y estabilizar esos puntos focales. Me detendré en el segundo chakra que se encuentra ubicado al nivel de los genitales, y ésta asociada a la capacidad de dar y recibir placer en las relaciones humanas.
Joseph Campbell en referencia de este chakra lo divide en cinco ordenes o dimensiones de manifestación del amor –que es donde se encuentra a dios: el del siervo al amo; el de la amistad; la filiación de padre e hijo; el de los cónyuges; y finamente el de los amantes. El estudioso menciona el carácter de entrega total y absoluta de esta última dimensión y que en ciertas culturas o periodos de la historia ha significado perder la vida, la entrega total y absoluta y que permitiría una trascendencia.
Debo confesar que mi aproximación es bastante interesada, pues es poderoso el impulso que se lograr al entender desde ésta interpretación lo que es mucho más trascendente, y que dicho se a de paso tiene una base mayor a los tres mil años. Y luego me encuentro diciendo que los amantes se entregan totalmente a sus requerimientos. Esta serie de relatos son una manera de contemplar esa entrega total y fatal de los amantes.

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