Presencia.
Sintió la helada presencia cómo tantas veces desde que vivía en esa casa. Ya estaba segura que no era la soledad, el efecto del silencio que disfruto de los lugares donde habito antes. Ahora ese espacio ausente de vibraciones sonoras era llenado por sonidos sutiles al principio, verdaderas declaraciones de atención ahora. Se sobrecogió y con un suspiro sintió frío. Recordó la frase que un amigo le dijo cuando habló alguna vez del tema: “…temor debes sentir a los vivos, los muertos no hacen daño…”. Se paro del escritorio y alcanzo el botón de encendido del equipo de música. Su atención se concentro por un segundo en la inexistencia de señal, no recepcionaba más que el sonido monótono de la onda de radio. Paso por todas las estaciones prefijadas, nada. Llevo la mano a la boca, el frío se transformo en hielo en la espalda, la falta de entendimiento la paralizo, miro la hora del computador: tres menos doce de la mañana. Mierda, soltó sonoro cual quejido de incertidumbre que la prepara para tomar una decisión en esa minuto, la que finalmente se expreso en un paso hacia el pasillo –sólo alumbrado por un candelabro tenue y amarillento. Avanzo sigilosamente, ya no se sentían ruidos, pero la presencia se mantenía, cual invitado no deseado pero que por un momento intuyó que ella podía ser la invitada a un lugar habitado por otros y esta idea la perturbo. Una brisa se apodero del espacio, vio la puerta abierta, avanzo por el pasillo con intención de cerrarla pero un grito la detuvo, era al aullido de un hombre que la mirar a la sala de la derecha sentado en un lugar que ella no reconocía, miro hacía el comedor que se encontraba a la izquierda y todo el mobiliario estaba cambiado, nada del lugar le era familiar. Se percato súbitamente fuera de su tiempo, cómo esas pesadilla en la que despiertas en un espacio que no es tuyo, solo atino a mirar las manos como queriendo cerciorar de su corporalidad, de la humanidad que le provocaba la soledad de tanto tiempo, esa manifestación del dolor inmenso de sentir solo quejidos a su alrededor, y recordó.
Sintió la helada presencia cómo tantas veces desde que vivía en ese departamento…
Sintió la helada presencia cómo tantas veces desde que vivía en ese departamento…
Sólo quería decirte que he leído tus textos y que me han parecido bastante interesantes. Quisiera animarte a continuar, algunos de los internautas anónimos lo esperamos.
ResponderBorrarGracias