Linterna (cuatro)

Interior. Al atardecer, entre la nube agrisada de humo que cubre la ciudad, camino por el un parque desolado. Sólo me acompaña el poco de animo que desprendí del último cigarro, la colilla debe estar aun humeante entre medio de las hojas vencidas de la lluvia que se dejo sentir hace una semana.
Miro a lo lejos. Son siluetas de personas, que a pesar del movimiento están inanimadas, suspendidas en el éter sulfóso del ocaso. Calculo sin mirar el reloj, que a este paso llegare cinco minutos antes. Pero el impulso es poderoso, más cuando estuve tiempo –otro tiempo, ese de formalidades malhechoras y que dejan marcas- jugando a ser puntual y los puntales del reloj me acompañan cómo un tic involuntario, el gesto de mirar la pulsera sin ver la hora. Esta vez estaba mucho más concentrado y vi con claridad, siete cuarenta y dos.
Al llegar a la explanada que da al frontis al monumento de la batalla de hace muchas épocas, llegan ya los habitantes de las horas infinitas, la de la dimensión perdida, que toma con sus propios ritos, sus ritmos, sus códigos y señales. Prendo otro cigarrillo. No logro identificar ningún rostro –silueta a esa hora- algún ser que me pudiera contener de las miradas de reojo que se posan en mi humanidad y que hacen de la espera la sensación de ser parte de la dramatización de un evento de mi vida.
***
Viento. El pecho se agiganta. Bocanadas de aire frío intentan contener el ahogo, pienso que debo dejar de fumar –que mal momento para preocuparme en mi salud. Atrás siento la carrera de dos o tres sujetos que gritan cosas, improperios: ¡…para concha tu madre… por que no venis… maricón deja de correr !. Debo decir que mientras más me gritaban más se cansaban, y mientras más me daba cuenta de esto más cansado estaba yo.
Mierda que espero que la ayuda que me ofreció el Robert, pero por qué no aparecen.
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“¿Cómo estay...?” me pregunto. Salio de la sombra cuando estaba mirando para el otro lado, asi que me sentí súbitamente mal preparado, y peor aun, observado quizás de que tiempo. Era un tipo algo más bajo que yo, de chaqueta de mezclilla de tiro largo, le tapaba hasta las rodillas. El pelo lo tenia tomado –me di cuenta en un momento que miro para el lado al indicarme que no estaba solo y señalo con la cabeza a sujeto, a unos cincuenta metros apoyado en el respaldo de una banca. Tu eris el Bruno –es mi alter ego- mí compadre Robert me dijo que me tenis que dar un paquetito… Hola cómo éstas. En realidad hubo un cambio de planes en la cuestión. Su rostro tomo un tono pálido que se noto a pesar de la oscuridad, se desfiguro al fruncir el seño. ¿Cómo que cambios de planes? … me estay gueveando cabrito, que de esta no salis entero…Mira, tranquilo que te envío la plata de vuelta, y manda a decir que te repone las molestias en cuanto te vea. Resarcir el lucro emergente –aun lo recuerdo de mis clases de derecho civil en la facultad.
Lanzo una carcajada que alerto al sujeto de la banca, di un paso atrás. … chis que estay nervioso hueón…mostrando su faz de malvivido. No es que me preocupe mostrar lago de prevención con sujetos cómo estos, pero resulta que una de las cualidades del que vive sin dormir lo que recomienda el doctor, vive para contarlo. …ya anda pasando la plata entonces… yo me encargo de ese concha su madre del Robert…
***
La necesidad tiene cara de hereje, siempre me lo digo. Y en este caso no es muy distinto. Robert me pide que le haga “favores”, aquellas labores especiales que me las encarga y que por su naturaleza requieren de alguien de confianza y a la vez –lo repito de sus expresiones- “tenga más que mierda en la cabeza”. Desde que lo conocí que le caí en gracia, alaba mi formación “académica” y “mi visión” que confunde inevitablemente con la “misión”, expresión que lo leyó en algún manual de planificación estratégica y que le gusta repetir para cada situación donde deba hacer notar su propia “sapiencia” en referencia de los objetivos de su negocio. Todo esto me permite situarme en un reglón especial de su organización. Pare él es además que mi abstinencia de consumo de las sustancias que negocia, le dan la suficiente garantía.
Nada compadre, es que el chico no es un negociador nato y no puedo darle lo que pide, mire que tendría problema con los cabros de calle Bandera, que ya arreglé con ellos… es re importante, pero no te preocupes que te estaremos respaldando…
***
Es difícil ganarse los pesos en estos días. Manos mal que los amigos de Robert me vieron correr. Al rato me encontré con ellos y me dijeron que yo me movía muy rápido. Que si no fuese por una bicicleta mal estacionada no habrían dado conmigo. Que más da, si lo importante que el chico recibió el dinero –código central en este mundo- que el resto se arregla a lo “macho”, y en ese punto yo mejor me voy a tomar unos tragos y a jugar pool.

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