las palabras claves: hijos y casa.

La luz del día entro fuerte por la ventana, las cortinas color pastel, de gruesas telas, dieron al cuarto un color amarillento como esos escenarios ficticios que se preparan para destacar con sus tonos el animo de algún personaje. Y el ánimo de Mina era de relajo. No podía evitar recordar el rostro de su ex-pareja mientras sonaban esos temas de música lounge en el bar de la esquina y que le dan a las frases un aire de sofisticación y libertad que impulsa a las confesiones descaradas. Recuerda hasta la canción “Sexy Boy” de los franceses Air, fue en ese instante que le miro a los ojos y le dijo: …podemos partir por vivir juntos…- esperó la descarga de expresión del rostro de Marcel, una risita impaciente que desato la tranquilidad para la declarante, y continuo: …luego veremos si nuestros padres nos aportan con algo, total el amor alimenta el alma, y es lo único que necesitamos… De pronto la mirada de Marcel se volvió sombría. “¿pero es enserio…? lo que pasa es que suena tan poco alentador que lo digas de esa manera…”. “No es lo que me pides desde hace lagunas semanas, que medite tu propuesta… bueno es lo que hice y ahora te comunico mi decisión. Es más, lo de los hijos es el paso siguiente”. Él se coloca en silencio, mira su baso casi vacío de cerveza, y dice: “…el calor es una justificación para buscar brebajes frescos… pero este ya se calienta en la mano. Yo esperaba que me dijeras algo sobre la idea permitirnos compartir las vacaciones con mis amigos y cosas por el estilo, pero esto, vivir juntos… hijos”. Aun Mina ríe cuando recuerda su expresión de incomodidad al decir “hijos” y lo rebobina una y otra vez. “Además no estamos preparados, somos muy jóvenes, y mis estudios… yo creo que tenemos que darnos tiempo, pensar en lo que estamos...” Ella se traga el último sorbo de su bebida, levanta la mano y pide la cuenta. “Mira flaco –eso debió doler- si tu andas con pendejerias es mejor que te aclares, yo no estoy para andar dando botes por la vida”. Que frase memorable aquella. Y se ríe de su descaro y piensa que ha sido fácil terminar, se necesitan dos ingredientes para hacerlos desistir: vivir juntos y hablar de hijos.
Entre medio de su relajo dice para si: hombre, son tan predecibles...

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