Macht Point.

UNO. La relación simbiótica que se da entre el cine y la literatura se puede verificar en un sin numero de ejemplos. Puede ser que el soporte primario de una película –con contadas excepciones- está contenido en un texto, y la idea se debe socializar por esta vía. En todo caso la adaptación, que parece ser el vínculo más complejo entre la palabra escrita y el cine, de un libro con personalidad propia y carácter literario se transforma en una obra particular que pudiera o no tener que ver con el original de la que se desprende.
Sólo mencionar las que están en mi lista de favoritas: de Philip K. Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” que es la inspiración de esa obra maestra de la ciencia ficción dirigida por Ridley Scott, “Blade Runner”; Milan Kundera escribió “La insoportable levedad del ser” y que Phillip Kaufman llevo al cine a fines de los ochenta; Mario Puzo “El Padrino” y sus secuelas dirigidas por F. F. Coppola, etc.
Existen a la vez film que sirven de base para establecer relatos basados en una idea que mueve una obra literaria, y en ésta categoría cae la película de Woody Allen que se reseña.

DOS. Fiódor Dostoyeski indaga las complejidades del alma humanada describiendo los quebrantos éticos de sus personajes que deben seguir un camino en desmedro de otras opciones. Hace años leí “Crimen y Castigo” –un poco después me tope con “Los hermanos Karamazov- en los que se introduce en las profundas contradicciones que pueden producir la realización de esos actos.
Woody Allen muestra de manera sutil –al principio- el libro que lee Chris (Jonathan Rhys-Meyers) es el “Crimen y Castigo” de Dostoyeski acompañado de un ensayo sobre el autor. Es curioso cómo las claves de la película puedan estar en ese gesto que pudiera o no decir algo, que un joven hombre lea un libro que es al menos complejo en su sintaxis –me imagino que es igual para una traducción en ingles- y que a pesar de hablar de cosas que son universales –lo llamaré la imposibilidad de conocer el proceso del otro, Varela lo llama Clausura Operacional- en él que un individuo puede tener una manera particular de valorar los elementos que priman en su construcción de satisfacción y que no tiene que ser evidentemente reconocidos por todos a pesar de ser aceptados como valores hablo de la competencia, la perseverancia, la constancia, en definitiva lo que se le ha dado por llamar “meritocracia” para significar ese camino que es sólo entorpecido por la incapacidad del sujeto, como si fuese el merito un vector “objetivo” que por si solo sirve para lograr la “superación” de condiciones de “riesgo social”. Convengamos que para el contexto de Dostoyeski decir algo como lo de las oportunidades no tenia mucho sentido, pues en ese espacio temporal donde desarrolla su obra y reflexión no existía más que un discurso -menos sofisticado- de discriminación y segregación social.

TRES. El Raskolnikov del siglo XIX es el Chris de nuestro tiempo, al sugerir otra idea fuerza en el texto del ruso, la culpa. En esta dirección pudiera aportar la propia dirección de otras películas del genial director –que pudiera ser descrito desde su filogenia hebrea, ese discurso axiológico que se contiene en la tradición judía de la que Allen es depositario- y que es tan fuerte y trascendente como la imagen femenina matriarcal.
La culpa es el motivo del quebranto y en su resolución extrema y desproporcionada provoca mayor culpa. En un momento culmine del tormento, Chris es visitado por sus fantasmas y despliega un argumento supremo de este sentimiento, el deseo de ser descubierto y por esta vía lograr la redención. Habla en este punto de cosas que son tan actuales, la falta de una norma que castigue los “daños colaterales” que pudiera provocar el personaje con sus actos, y que en el texto original significa la muerte de la prestamista avara y su adorable hermana, y que Allen pudiera ser voluntario guiño al camino prepotente que adquiere el Estado del norte en su consecución de sus objetivos “superiores”.
Cometario particular requiere la musicalización que se da con arias de la Travista. Con la Ju discutíamos –yo lo planteaba- si un aria era “Una furtiva lagrima” de “L´elisir d´amore” de Donizetti. En todo caso es parte del ambiente que genera el género operístico el que sin lugar a dudas se logra en la película.

Una de gran película.

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