Apuntes ocho.

UNO. Es altamente probable que el rock no suene igual que como se puede escuchar en la Maestra. Imaginarse éste espacio de rumba convertido en una cueva de sonido potente, algo sucio y desgarbado de un grupo como “Humo Blanco” –experiencia muy poco habitual. A la hora que parte el recital –es miércoles- son menos de quince personas las que escuchan. Algunos lo observan con la indiferencia de los que no entienden el código del sonido definitivo del siglo XX, él que le da sentido a los cambios vividos por generaciones de habitantes en el mundo, y que marca de manera definitiva la manera de construir el tiempo “moderno”.

DOS. Leo el especial aniversario de la Roling Stone –numero mil- que muestra las portadas emblemáticas de éste icono de la cultura popular occidental, que ostenta la calidad de ser símbolo de la unión de artículos entretenidos –es innegable su aporte a un periodismo ácido y parcial- y esnobismo supino de lo norteamericano liberal. No importa. Igual sigo los relatos de aquellas portadas que están en algún rincón del recuerdo involuntario de los sudacas –cómo por ejemplo el primer video clip de la cadena MTV Latinoamérica fue el de Los Prisioneros cantando ese vomito político “Malditos Sudacas” por ella en 1994. Es imposible no sentir algo de esa pertenencia que significan, es éste caso, las portadas reproducidas para marcar la distancia de creatividad genial y superioridad de cualquier producto concebido desde la hegemonía imperial, esa fuerza masiva que fue resistida como gesto contracultural hasta el fin de la guerra fría, pero que ya perdida la contienda se bajan los brazos y la voz, y se acepta sin resistencia todo lo del norte.
Y no me puedo resistir a la acida carcajada –de pronto simplificada- de los héroes animado cómo The Simpsons y su familiar relato disfuncional, que se parece a tanto espécimen que se ve circular por los centros comerciales y el supermercado, ostentando apariencias banales, pero que generan satisfacción de estatus. Es una mierda.

TRES. A ésta hora EE.UU. nuevamente hace notar su condición de paria estado gobernante. La Canciller imperial Rice ha dicho sin desfigurarse que su Estado no propiciará un llamado al cede del fuego de su aliado títere –a pesar de la simpatía que sienta por muchos miembros del pueblo hebreo- pues eso produciría un imposibilidad a largo plazo para el logro de la paz. Que desfachatada. Y mientras cientos de civiles mueren sin tener mucho que ver con el conflicto, intentan hacer y estar en sus pueblos y ciudades. No es posible que los conceptos tan premiados para millones de habitantes en el planeta tengan tal nivel de desprecio. Hablar de la paz en el mundo es hablar de una posibilidad de futuro. Nada más.

CUATRO. Y el rock no tiene mucho que ver con la guerra. Es una metáfora que intenta desprender la fuerza que acumulan los seres y la transforma en energía sónica.

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