Amantes. dos.
En realidad no se en que momento perdí el camino. Se que la principio lo disfrutaba cómo cualquier tipo normal, es decir, nos reuníamos cerca de un motel que esta por el barrio Brasil –éramos habituales y por lo tanto tratados con la naturalidad de lo cotidiano, pedíamos la botella de Cabernet Sauvignon de promoción, generalmente íbamos de comer lago liviano en un boliche de comida naturista, y el aperitivo era el sabor del vid algo seco de una cosecha año 2003 –que definitivamente no era de la mejor y que a todas luces fue adquirida por mayor y aun muy buen precio lo que asegura para el dependiente un interesante margen de ganancia. En realidad nada de eso importaba, sólo llegar y cumplir con el rito del amante.
Ella siempre se bañaba antes de hacer el amor. Me decía que le permitía estar tranquila y lograr la mejor entrega posible, y debo decir que cumplía a cabalidad su acometido, me hacia sentir como el único hombre de su vida. Ella no reclamaba demasiado de mi premura, ni de mis ganas de ser acicalado por su cuerpo temperamental. Sus ojos abiertos y atenta al placer que me provocaba me incitaban a forzar su expresión de alegría, buscar con más empeño el clímax, su placer mi cima.
Un día no llego más. Se desvaneció de toda mi vista. Cambio el número de celular, su dirección de trabajo, su mail lo sature de mensajes buscando saber que le había sucedido, nada. El motel lo visite tres meses después de no llegar por primera vez a la cita, antes pasaba por el restorán y preguntaba si la han visto. Ahora no soporto el sabor del Cabernet Sauvignon, ni la comida vegetariana. Creo que la amaba.
Ella siempre se bañaba antes de hacer el amor. Me decía que le permitía estar tranquila y lograr la mejor entrega posible, y debo decir que cumplía a cabalidad su acometido, me hacia sentir como el único hombre de su vida. Ella no reclamaba demasiado de mi premura, ni de mis ganas de ser acicalado por su cuerpo temperamental. Sus ojos abiertos y atenta al placer que me provocaba me incitaban a forzar su expresión de alegría, buscar con más empeño el clímax, su placer mi cima.
Un día no llego más. Se desvaneció de toda mi vista. Cambio el número de celular, su dirección de trabajo, su mail lo sature de mensajes buscando saber que le había sucedido, nada. El motel lo visite tres meses después de no llegar por primera vez a la cita, antes pasaba por el restorán y preguntaba si la han visto. Ahora no soporto el sabor del Cabernet Sauvignon, ni la comida vegetariana. Creo que la amaba.
Este está increible. Tiene ritmo, hugo, de verdad que lo tiene. me gustó.
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