Coffee & cigarettes

Jim Jarmusch es de esos directores que se entrometen. Se meten en nuestra cotidianeidad de tal manera que cuesta dejarle pasar sus provocaciones. Si uno revisa la información que se tiene de este film, se puede descubrir que es una obra construida en tracto sucesivo, esto es como el colage que se arma en el tiempo de sucesivos cortos (1984, 1988) y que la película recoge en su naturaleza estilística, esto es un compilados en este formato, que en momentos son verdaderos squech, que se suceden con precisión, diseccionando cada enfoque de las millones de posibilidades que se pueden encontrar en estos lugar que congregan a grandes masas de la humanidad a realizar las más variada gama de encuentros, el o los sujetos, café u cigarrillos. Combinación explosiva.
Acá se juega en distintos niveles.
Los diálogos. Los textos que se amasan desde la improvisación (Benigni y Wright) hasta enfoques descontextualizados –la referencia los fenómenos electromagnéticos o los efectos de la cafeína y nicotina en la salud- este ejercicio provoca, son las palabras dichas en distintas circunstancia, por distintos personajes y que adquieren matices dive
rsos.
La cámara. Vistas laterales, frontales, planos medios y generales de escenarios mínimos, incluso la ruinosa estenografía que sirve para el primer cuadro, hace que el tono gris –similar al que le impuso al am
biente de Dead Man- no enturbie la continuidad de los personajes, de la acción. La predilección de la mirada superior, de hacer suponer que es la subjetividad del personaje la que se muestra, pero puede que la chica –Renee- solo ojea una revista, ni siquiera eso, era el simple ejercicio de mirar una publicación de publicidad o de temas tan complejos como un catalogo de armas de caza.
En definitiva un buena película.

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