Portapapeles. xi

A pesar de todo, en sus ojos veo mis ojos

Veo también preocupación, algo de angustia,
pero en ese brillo de fuego siempre veo mis ojos.
Y no es que quiera querer tal cosa –que en todo caso me agrada.
Me hago el que no miro, y de pronto doy vuelta mi cabeza, de manera imprevista, y ahí están, al medio de sus globos castaños, los espejos tienen mi cuerpo atrapado.

Y no puedo dejar de pensar que sus ojos tienen mis ojos.
Y se que cuando se duerme deja de tenerme en su mirada,
Pero me despierto en medio del sueño sin imagen, desvanecido, sin materia, ni moléculas que atracar, gritando sin aullido por que me tiene entero en su mirada.
Y cuado me incorporo, sudoso y quejumbroso, tiritando de tanto torturar, me voy al baño indolente, busco el espejo de la frente y rasguño algo en mis ojos,
y la veo.

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