Microcuento: Duerme...

De tanto caminar por el mundo, sintió dolor en los pies. Vio una llanura suave como la miel, y sus músculos se posaron en esta soledad. El gigante se acostó a dormir. No despierta, y su aliento es la brisa que baja desde los cerros, y las nubes son la cobija que cubre su integridad. Hoy cuando miras las montañas al oriente de la ciudad se puede ver sus hombros. Pero cuidado, que de pronto se mueve, se estira y reclama del ruido que ocasionamos sus vecinos liliputienses. Cuidado, que de pronto despierta y pega una sacudida que todos sentiremos.

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