Sueños

Despertar en medio de un sueño –una pesadilla- es algo inusual en mí. Siempre he tenido la idea que cuando concilio mi cansancio con el lugar donde echaré mi humanidad es el momento en que me dejo llevar a las profundidades del Sueño. El REM –Rapid Eyes Movement, fase en la que se producen en intervalos de 60 a 90 minutos, las sensaciones que reconocemos con ese mundo onírico y que generalmente es visual y en menor medida gustativa, olfativa y dolorosa- sería el momento en que se desarrollan esas maravillosas manifestaciones de la capacidad humana para enfrentar miedos –en la idea psicoanalítica.
Todo lo dicho es correcto, me refiero a la descripción formalmente cientificista, pero que es un sueño.
Desperté en estado de angustia. Como dije, no tengo la capacidad de recordar los sueños, pero cuando interrumpo el descanso generalmente puedo rescatar algunas de las imágenes en las que he estado sumergido. Era algo sobre el abandono, la sensación de orfandad, y la idea que se llevaban algo de mí.
Siempre he sentido algo de envidia de los que me cuentan sus paseos por las profundidades del dominio del Dios Hipnos. Para interpretar se requiere describir, recordar, a pesar de lo ambiguo que puede ser el relatar un sueño, este esfuerzo tiene su recompensa para él que pregunta al escuchar una clave de su propia existencia, como si los “mensajes” que entrega el subconsciente tiene el carácter de una contradictoria nota que puede ser una alerta o el prepararse para el camino que vendrá.
Si yo le diera una antojadiza interpretación a lo que soñé podría ser que se me informa de una bella paternidad, así como se lee, que es negada y es arrancada de mi lado. Eso fue lo que me perturbo.
Escucho unos discos de Bossa que me llegaron –Tom Jobim, Bebel Gilberto y otros. Cierro los ojos y me trasporto a una playa desierta. Ese si que es un sueño.

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