Una noche de héroes...


Miércoles en la noche. Tendría que estar estudiando para una prueba global de Derecho Laboral, pero se me ocurrió mirar un poco de tv en un pare. Me tope con un programa de esos que nunca veo por mi trabajo en la Maestra –hoy no actúa grupo en vivo y por lo tanto no hay pega.
En canal trece un capitulo de “Los Simuladores” y la historia cruzada de un alcalde corrupto y un niño que es estigmatizado por sus compañeros. El muchacho es un gordito bajo y callado, inmediatamente un par de escenas me recuerda mi propia caminata por la infancia.
El chico de la serie tiene una de mis propias aficiones. Desde mi tiempo de suplementero, y en especial desde la década de los noventa comencé a coleccionar comic. Me llegaban al quiosco las ediciones argentinas de “Zinco” de todos los personajes de DC Comics, las españolas Cimoc y Tótem. En el “Bio-bio” conseguí las primeras “Trauko” y “Bandido”, las “Zona 84” y otros álbumes. En cuanta feria termine de coleccionar fascines y demases números únicos como la “Matucana” y otras por el estilo, de esas de corta vida pero intensos sueños. Fue un tiempo de adquirir todo lo que pudiera. Se instalo la primera tienda especializada, de unos argentinos, el “Creizo All Comics” en una galería de San Antonio con Agustinas. Les compre los primeros números de “Fierro” y los tres primeros tomos de la "Enciclopedia del Comic” y me metí en el tema semiótico, en el contenido simbólico, en la tesis de Humberto Eco y su “Apocalíptico e integrado”, en artículos historicos y reseñas de revistas especializadas. Recuerdo que cuando estudiaba sociología escribí un par de textos sobre los personajes –uno en especial la “Muerte de Superman” y el fin de la guerra fría.
Mi personaje preferido sigue siendo “Batman”. No puedo evitar reconocer en su tormento el sentido de mucha de la furia que mueve el mundo, esa especie de locura que hace que hombres como Bush le refriegue en la cara a todos que se caga en sus casas y nadie les dice nada.
Hace falta un héroe genuinamente mestizo, un latino que pare la grosería de los yakis, pero mientras eso no suceda me gusta recorrer la locura de esos personajes, sus pequeñeces, el ser norteamericano. En todo caso debo reconocer que hay mucho de lúdico y poco racional en todo esto. Me refiero que en parte de la “reflexión” que aparece en “Los Simuladores” sobre las mascaras, es algo del enfoque que prevalece para entender esto de la doble identidad, el carácter esquizoide y enfermizo de ser alguien que tiene esta dicotomía.
El capitulo término en forma bastante mediocre, pero en fin sirvió para distraerme de los artículos y la doctrina que forma los héroes o los villanos del presente, de la pavorosa realidad.
PD: escucho gritos de mis vecinos del barrio y me recuerdo que es el partido de Chile con Ecuador –que finalmente se empato y dejo, por suerte, fuera del mundial. Ya me imaginaba a familias completas endeudándose para ir a apoyar a la “roja”, todo esto contemplado en los interminables programas y comentarios. Intragable.

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