La esquina de Flavia

Flavia llego tarde. Eran pasadas las dos de la mañana. La noche estaba siendo más benigna con la lluvia de lo que se amenazo todo el día en la televisión. Ella es de las mujeres que renueva el estaf de personajes de este antro. Es muy delgada con una prominente cadera, que acompañado a su trasero –piel morena cual valuarte del continente mestizo- le da ese aire de exótica caribeña. Reía cuando pide el vale para pagar su entrada “…mira como son las cosas, esperando taxi en Marin con Vicuña Mackenna, venia del cumpleaños de un amigo, ningún vehículo se detenía. Mi extrañeza era grande porque la mayoría iban sin pasajeros. Solo unos autos particulares atinaron a bajar la velocidad. Cuando al fin me para uno, al sentarme me queda mirando por el retrovisor y me pregunta que hago en ese lugar. Yo le sonrío sin entender la pregunta. Se trata que esas esquinas de putas y travestís. En ese momento caigo en la cuenta de por que no me paraban…” . El traje no hace al fraile, pero ayuda a venderlo.

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