Segunda vuelta, ahora sí: salto al abismo
En una columna anterior, previa a la primera vuelta, defendí el punto que la diferencia de Jara y Kast no eran tan importante como aquello que sí estaban más o menos de acuerdo: no cambiarían ni el sistema constitucional, ni el orden económico -esto descrito por un medio internacional al analizar la contienda electoral del domingo 16 de noviembre, bueno, ahora creo que la idea de estar a punto de caer en el abismo, que me parecía más performática que real, en el contexto de una supramayoría parlamentaria de derechas cambia dramáticamente el panorama que se abre para la asunción de ese parlamento el 11 de marzo.
Un análisis de los datos del Servel, sobre los resultados en la
contienda parlamentaria muestra que en diputados las derechas han arrasado, con
90 más un independiente, mientras el campo del progresismo suma 64 diputados
electos. Para tener mayoría de quórum constitucional, es decir 4/7, en el
escenario de un gobierno de ultraderecha y quisiera avanzar sin contrapeso en,
por ejemplo, reformas que retrotraiga beneficios sociales o leyes de derechos
reproductivos de mujeres (señalados solo para el ejercicio), tendrían la vía
libre para legislar, pues requieren 89, o si se les ocurre que las horas
laborales deberían ser 12, bueno con la cámara de diputados que asume en marzo,
sería posible. Este escenario es alarmante para el campo popular y progresista.
Respecto de la composición del Senado, que es la otra llave, se
dará un equilibrio precario: fueron electos 11 Senadores por bloque, que sumado
a la composición de los que no elegían circunscripciones en esta elección, quedan
virtualmente empatados 25 por campo, pero es cosa de que alguno cambie de bloque
político para que también se pueda confirmar alguna de las iniciativas de un
programa como el que señalo, aunque esta vez se requieren otros movimientos de
ingeniería legislativa.
Se ha dicho y analizado de modo extenso que el cuadro que se
abrió el domingo 16 de noviembre es novedoso, que no hay paralelos recientes en
las últimas décadas para comparar, y que probablemente estemos en presencia de
una nueva realidad electoral respuesta del cambio demográfico, de la generación
Z, del impacto de la comunicación política que se orienta desde los
dispositivos electrónicos y las redes sociales, en fin, un mundo nuevo y
desafiante.
En este escenario, el triunfo de un caudillo con un programa
como el de Kast el 14 de diciembre, es en sí mismo un desafío vital para grupos
específicos de identidades, pero por sobre todo para una mayoría de grupos
sociales que pudieran ver peligrar redes asistenciales -que son abiertamente despreciadas
por los tecnócratas de ultraderecha- y que pudieran imponer daño concreto a
esos grupos.
Para revertir este desalentador escenario en las 4 semanas que
nos separan de la segunda vuelta, curiosamente, resuena el ejemplo reciente
desde la capital del imperio: la elección de Zohran Mamdani en NYC, con un
singular y conocido mecanismo, el activismo en los territorios, parece ser la
clave de lograr contener todo ese poder que está a la mano del político de
derecha, convencer que esa opción es peligrosa para todo aquel que aspire a
mejorar la vida de las personas, por que aquellos responden a los intereses de
las élites.
En fin, ahora sí, estamos a punto de dar un salto al abismo.


