El Mercurio disputa la narrativa del Estallido Social, Estadísticas y falacias del poder

A raíz del “Informe Estadístico” sobre el Estallido Social, elaborado por la División de Estudios, junto con la Unidad Especializada de Derechos Humanos de la Fiscalía Nacional, se ha cuestionado su pertinencia por parte de El Mercurio, esto a pesar de ser un documento consistente con enfoque metodológico que responde a estándares técnicos de alto nivel, pero que se da en el marco de la disputa por el alcance y significado del Estallido de octubre de 2019, las críticas han pretendido desvirtuar su oportunidad, y todo centrado en uno de los cuadros que expresan un concepto: los agentes del estado cometieron delitos de DDHH.

Antecedente. El 17 de octubre fue presentado un estudio que consolida el trabajo estadístico de la división de estudios y la Unidad de DDHH de la Fiscalía Nacional. En 80 páginas muestran el impacto que tuvo la crisis que vivió Chile hace 6 años, y que en concreto señala 32.901 casos en torno a 35.146 delitos, en los que se identificaron 21.766 imputados y 19.979 víctimas.

El estudio contextualiza los hechos, expone criterios metodológicos, y desagrega con criterios técnicos lo que compete al Ministerio Público, la investigación de hechos calificados como delitos, la persecución de responsabilidades penales, y el juzgamiento de imputados.

En las distintas partes del documento se ordenan y clasifican diversos niveles de delitos, víctimas e imputados, referenciando los hechos e incidentes geográficamente, todo esto de modo exhaustivo.

Pero hubo uno de los criterios que para al medio de comunicación generó cuestionamiento, que en la crónica titula: Advierten que presentación de datos de fiscalía sobre delitos en el estallido conducirían a “conclusión errada”.

De qué se trata el contrapunto. En el documento de la Fiscalía expone en el apartado de “estadística general” tipologías para mostrar distintos tipos de delitos: “(i) delitos de violencia institucional ejercida por agentes del Estado; (ii) maltrato ejercido hacia agentes del Estado; (iii) delitos de incendios; (iv) delitos realizados contra la propiedad y saqueos; (v) delitos de desórdenes públicos y otros delitos; y (vi) personas fallecidas en contexto de estallido social.” Especificando respecto del primero: “Delitos de violencia institucional: comprende las denuncias por delitos cometidos por agentes del Estado en contra particulares, que hayan afectado la integridad física, psíquica o sexual de las víctimas, junto a delitos de torturas, apremios ilegítimos y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, y vejaciones injustas ocurridas en el período.”.

El Mercurio despliega imaginación para construir un disenso algo rebuscado, en la nota señala: “entre expertos en seguridad existen observaciones respecto de la forma en que el Ministerio Público presentó las cifras en cuanto a la proporción de delitos ingresados, señalando que los que lideran el listado son los delitos de violencia institucional ejercidos por agentes del Estado, con 12.002, correspondientes al 34,1% del total.

No obstante, los delitos cometidos por civiles los ponen en 5 grupos distintos… Si se suman todos estos serían 23.146 casos, equivalentes al 65,9%. Es decir, casi doblarían los de violencia institucional.”.

 

La interpretación gráfica de los datos es expuesta en la siguiente lámina:

Señalemos que la idea de diferenciar esta tipología parece correcta en tanto del total de personas involucradas en los hechos que se enmarcan en el periodo de la revuelta, que va de octubre de 2019 a marzo de 2020, los delitos en que aparecen involucradas personas civiles son de tan amplio rango: desde el lanzamiento de un objeto, o obstaculizar el paso de vehículos, a delitos de incendio. Por otro lado, tenemos de contrapunto a agentes públicos que pretendían controlar y reprimir protestas y movilizaciones haciendo uso de la hegemonía de la fuerza, muchas veces con armamento que fue utilizado sin medir consecuencias, o en contextos de detención de personas a las que se les aplicó torturas, vejámenes o violencia sexual. Parece correcto que se haya expuesto de este modo, incluso en un supuesto de menos cantidad de delitos de violencia institucional invirtiera el orden de la gráfica, seguiría siendo de la más alta gravedad, pues aquellos agentes del estado, provistos de preparación técnica, equipamiento, y fuero no se puede comparar ante la acción de una muchedumbre, de hecho, y sin especulación de por medio, lo cierto es que miles de funcionarios estuvieron involucrados en violaciones a los derechos humanos, no en actos aislados, circunscritos a las coincidencias o el azar.

En este punto es que el enfoque que propone El Mercurio, y que es replicado por las estafetas de las élites, que con este contenido logran construir y reconfigurar la narrativa, la lucha por el relato que se vivencia como “argumento”, y que seguirá siendo disputado en los años venideros, nuestra experiencia de militantes del mundo social y los derechos humanos, nos indica que el de octubre de 2019 fue el momento en que el pueblo despertó, y para las élites el instante en que su hegemonía estuvo en peligro.  

 



El Mercurio, jueves 23 de octubre de 2025, cuerpo C, página 11

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