querido de ella...
Por regla general no me gustan los gestos de propiedad entre las personas, y en particular entre parejas, amantes, amigos. Me parece que denigran y cosifican los vínculos, pero cuando me llegó el mensaje aquel me pareció infinitamente deseable su veracidad.
Recordé que las palabras crean mundos y que se deben soportar en la carne de los seres que recorren sus caminos. Miré el mensaje, simple y seguro: “Buenas noches, querido mío” y me sentí propiedad de ella, con el aliento de esas palabras quise de ella, siempre, cada célula de mi humanidad se constituyó en una entidad que quiso ser suya, empujando como un ejercito delirante, solo me contuvo una fiebre repentina y una conversación sobre la pertinencia de Heráclito y la dialéctica en el devenir de los seres.
El río que suena, nos transforma a cada instante.
Recordé que las palabras crean mundos y que se deben soportar en la carne de los seres que recorren sus caminos. Miré el mensaje, simple y seguro: “Buenas noches, querido mío” y me sentí propiedad de ella, con el aliento de esas palabras quise de ella, siempre, cada célula de mi humanidad se constituyó en una entidad que quiso ser suya, empujando como un ejercito delirante, solo me contuvo una fiebre repentina y una conversación sobre la pertinencia de Heráclito y la dialéctica en el devenir de los seres.
El río que suena, nos transforma a cada instante.
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