Imprecisiones sobre la memoria…
Estoy seguro que bajaste de un corcel, me dices que no alcanzaba para bicicleta. Luego me aseguras que te ayudé a descender de un carruaje dorado y que era yo tu primer ministro cortés y feliz de servir tus deseos, yo te digo que te bajé de un camión tres cuartos y que sí, era un ministro que seguía tus pasos, servil, para que me amaras.
La memoria es como un abanico que refresca del calor pastoso del olvido, mientras mayor son las alas o el papel de los palillos abanicantes, mayor es el recuerdo que lanza, la memoria es vital para secarnos el ahogo pasmoso del olvido.
Por otro lado ganamos un invierno en una tarde, recorrimos calles inundadas de humedad y construimos un parque lleno de hojas impresas con millones de ideas y versos, que nos contagian de energía nueva.
Nos besamos entre fotos antiguas, de esas que decoran las esquinas varadas de algún territorio que no conocemos aún, lo que me recuerda que te descubrí cuando bajaste de ese corcel y yo esperaba que esa mirada me atravesara como espada, princesa guerrera, valiente te quiero.
Vivir este pequeño invierno es un regalo que nos deja a tiempo de disfrutar una primavera larga y un verano calmo, si ya escucho el sonido de un río transparente entre los valles que me mostrarás, con las indicaciones técnicas sobre los declives de la frágil existencia humana, los dos sentados bajo la sombra de algún árbol centenario.
¿Delirio? Tengo fiebre, y quiero que me abraces como aquella otra vez que me contuviste unos minutos antes del silencio y te sentía.
Comentarios
Publicar un comentario
Todos los que quieran comentar