A propósito de una crónica sobre la revolución en Islandia (pincha aquí)

UNO. Leí la nota y dejé viajar la imaginación y el deseo. Sumé el sueño de la revuelta que asume la diferencia de los sujetos proactivos y la crítica a los instrumentos que aspiran a generar cambios suponiendo que todos somos una masa plástica inconciente que se deja llevar en los vaivenes de la historia. Me molesta que se crea tal cosa a pesar que existen decenas de ejemplos que podrían dar a entender esa idea.
Me imaginé la crisis total de nuestra indeseable realidad, inmunda superposiciones de estados de ánimos que esconde la mierda que se huele en cada rincón de la ciudad, ver la cara del ministro con pinta de ñoño superdotado que reprime sus deseos es lejos la mayor manifestación de la crisis de nuestra realidad pactada hace veinticinco años por el poder oficial (dictadura y oposición). Ese acto inaugural, llamado Acuerdo Democrático fue el sello de todo lo que vendría después y lo que estamos viviendo hoy.
Esta madrugada me imaginé una gran revuelta que nos deje a todos desprovistos de falsa seguridad, simplemente la esperanza de lo que vienen será mejor, esa energía que surge de lo profundo del ser humano y que en el caso de Islandia le ha permitido ser un gran faro de optimismo, donde se da que los artistas son los gobernante, donde las orgánicas institucionales estén desacreditadas, donde el sueño anarco situacionista que apuesta por la libre circulación de los individuos es posible. Donde los museos y los teatros se toman la calle, donde lo raro es ir corriendo en corbata y traje de dos piezas al trabajo, y donde justamente el trabajo mejor valorado (valoración ética) es  buscar espacio para el sagrado ocio y éste es el momento de mayor libertad del ser humano, donde es capaz de pensar y discutir lo que se va a hacer en el futuro, sin intermediados, dueños de nuestros destinos dignos.
Sueño en una revuelta donde los poderosos, militares y banqueros son encarcelados y relegados a campos de reeducación, y los que cometen los crímenes de la mentira y el lucro son castigados con procedimientos populares humanos pero severos.
Ese sueño requiere que todos estemos despiertos y animosos para aportar a construir –si ya lo hicimos una vez porque no volver a ser. En esa ciudad los técnicos aportarían a la mayoría de manera sana y sin pretensión de sabiduría superior que al sentido común. Será un tiempo donde la poesía se vea y escucha en la televisión y en la radio se emiten todos los sonidos que nunca hemos conocido: la tierra, las estrellas y los hermanos con alma que llamamos genéricamente animales.
En ese momento los bancos y las iglesias servirían de centros de educación humana y las tiendas comerciales y cadenas de farmacias en mercados donde el trueque y la solidaridad se intercambian.
No es descabellado esta predilección por el horizonte, es decir, todos portamos con un repertorio de herramientas que nos permiten aportar desde aptitudes, y eso lo sabemos desde siempre por lo tanto todo aquel que quiera crecer en esta nueva ciudad será bien venido.
De las primeras grandes ideas que serán transformadas será la de trabajo. Ya no significará sacrificio humillante y destructor del cuerpo. Cuando escuchemos hablar de trabajo la idea primera será la de libertad para crear y sumar al bienestar de todos.
La consigna será: estamos trabajando para nosotros.

DOS. En todo este delirio-sueño, requeriríamos una media a un medio, el todo se une a un sentimiento amoroso. Todos tendríamos un(a) compañer@ que coja el brazo cansado y sirva el agua del que está agotado. No sería posible tal hazaña revolucionaria sin amor, es inimaginable los niveles de compromisos que nacerían en ese instante.
Es posible que en ese tiempo todos nos miremos a la cara y no busquemos otro interés que lo mejor para la comunidad.
Puede que estas ideas se han potenciado una madrugada buscando consuelo por lo que no ha sido aún, pero estoy seguro que uno de estos días nos despertaremos y nos daremos cuenta que no es demasiado tarde para esta revolución, si en Islandia ya empezaron y al parecer van por buen camino.

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