JEAN PAUL MARAT REPRESENTADA POR EL GRUPO TEATRAL DEL HOSPICIO DE CHARENTON BAJO LA DIRECCIÓN DEL MARQUÉS DE SADE, o Marat-Sade
JEAN PAUL MARAT REPRESENTADA POR EL GRUPO TEATRAL DEL HOSPICIO DE CHARENTON BAJO LA DIRECCIÓN DEL MARQUÉS DE SADE, o Persecución y asesinato de Jean Paul Marat representado por el grupo teatral del hospicio de Charenton bajo la dirección del Señor de Sade
UNO. El lugar: los asilos psiquiátricos, los hospitales para recluir enfermos mentales, los espacios segregados para los dementes –todo lo digo desde el lugar común influido por reflexiones de la sociología, especialmente europea de la segunda mitad del siglo XX- son el mejor soporte para esconder lo evidente de patologías “desagradables”. Pero que me dicen de una obra de teatro que trata del poder y el sometimiento; la tención entre la razón y la intuición-imaginación; tención entre el apego al “destino” de la “revolución” y la pre-claridad de los lideres, por un lado, y la vuelta de tuercas que significa escenificar modos de subyugación nacidos desde la propia fuerza de los cambios, todo dicho en una sala al interior del recinto del hospital psiquiátrico.
Temporalidad: Se habla de tiempos históricos diversos. Hacia 1808, una obra que dramatiza hechos pretéritos, años posteriores a la Revolución Francesa, y previos al asesinato de Jean Paul Marat (13 de julio de 1793). Pero no juzguemos los hechos como suscritos a su contexto temporal, todo es una representación que intenta dispara contra una dimensión que es esencialmente sincrónica, el poder.
Cuando Peter Weiss (1916-1982) escribió esta obra en la década del sesenta, identifico parte del dilema de la izquierda continental europea por empatarse con el desgaste de la discusión teórica y el camino del proceso de transformaciones en occidente. La gran matriz de la emancipación chocaba con el sentido de los cambios a la luz del desarrollo del modelo liberal capitalista.
Hoy puede ser un llamado de atención, en un remoto rincón del mundo de los dilemas, eso que se reinventan y los nuevos que surgen en el ardor de la información desbocada, además comprimido por la desagradable sensación de desgaste del modelo de desarrollo, una especie de llamado de atención –propicio y atingente- de tanto gesto corrupto de la “dirigencia” y una transición de nunca acabar. Cuatro tapas de escusado con la fotos de los lideres del la transición concertacionista invitan a esbozar un mueca de vergüenza ajena.
UNO. El lugar: los asilos psiquiátricos, los hospitales para recluir enfermos mentales, los espacios segregados para los dementes –todo lo digo desde el lugar común influido por reflexiones de la sociología, especialmente europea de la segunda mitad del siglo XX- son el mejor soporte para esconder lo evidente de patologías “desagradables”. Pero que me dicen de una obra de teatro que trata del poder y el sometimiento; la tención entre la razón y la intuición-imaginación; tención entre el apego al “destino” de la “revolución” y la pre-claridad de los lideres, por un lado, y la vuelta de tuercas que significa escenificar modos de subyugación nacidos desde la propia fuerza de los cambios, todo dicho en una sala al interior del recinto del hospital psiquiátrico.
Temporalidad: Se habla de tiempos históricos diversos. Hacia 1808, una obra que dramatiza hechos pretéritos, años posteriores a la Revolución Francesa, y previos al asesinato de Jean Paul Marat (13 de julio de 1793). Pero no juzguemos los hechos como suscritos a su contexto temporal, todo es una representación que intenta dispara contra una dimensión que es esencialmente sincrónica, el poder.
Cuando Peter Weiss (1916-1982) escribió esta obra en la década del sesenta, identifico parte del dilema de la izquierda continental europea por empatarse con el desgaste de la discusión teórica y el camino del proceso de transformaciones en occidente. La gran matriz de la emancipación chocaba con el sentido de los cambios a la luz del desarrollo del modelo liberal capitalista.
Hoy puede ser un llamado de atención, en un remoto rincón del mundo de los dilemas, eso que se reinventan y los nuevos que surgen en el ardor de la información desbocada, además comprimido por la desagradable sensación de desgaste del modelo de desarrollo, una especie de llamado de atención –propicio y atingente- de tanto gesto corrupto de la “dirigencia” y una transición de nunca acabar. Cuatro tapas de escusado con la fotos de los lideres del la transición concertacionista invitan a esbozar un mueca de vergüenza ajena.
DOS. Pretensión: La evidencia de los mensajes. Es que fácilmente el contrapunto entre Marat –revolucionario, valuarte de la razón- y Sade –identificado con la oportunidad de la intuición- se desdibuja en algún momento del relato. Y no es la extensión (casi dos horas y cuarto), pudiera ser que se pretende dejar muy poco a la interpretación. Es evidente la dirección de la semiología, lenguaje que transición, que intenta decir todo, aún cuando no se puede hacer eso, o queda en los sentidos es el sabor de la pretensión que no alcanza a ser cubierta.
Sala GREZ
Instituto Psiquitrico “José Horwitz Barak”
Avda. La Paz nº 841, Recoleta.
Comentarios
Publicar un comentario
Todos los que quieran comentar