Tu nombre Amada mía, no es tu nombre, es como te llevo
Amada, exclamo tu nombre, que no es otro nombre que el de la mujer que amo. Te digo que vivimos en el extremo de la intimidad decretada en una gris oficina por un funcionario que pretendió hacernos traicionar en la hora más agobiante de esta crisis de la humanidad.
Amada, porque si fuera otro tu nombre, para mí sería mi
amor, y es solo por este sentimiento que resistimos el extremo encierro de esta
circunstancia que no buscamos, que combatimos con tu nombre a tope, mi amor, de
otro modo hubiésemos sucumbido el primer año de esta prueba.
Amada, que de tanto amor que tú tienes, te arriesgas amando
a otros hombres, mujeres y niños que luchan por vivir en dignidad. En tus salidas
de este encierro solo para cumplir con ese compromiso por la humanidad, que te lleva
lejos de mí, pero al fin vuelves, porque solo tu amor por mí, y el amor que
tengo a ti nos salva del silencio.
Amada, ni con otra voluntad podría llamarte sino mi amor,
que te empeñas por abrazar mis sueños como si fueran tus sueños, y claro, amor
mío, los dos soñamos en una ciudad luminosa, como cantaba ese poeta de mil
pesadillas, que ni en sus más oscuras predicciones pudo suponer que el amor de
unos seres, en el último rincón de este mundo, los salvarían del ocaso de la
pandemia, si no es por el amor.