Tentativa de respuesta con canción:
Querida:
Podríamos inventar una disciplina, o mejor un mundo de reglas, con técnicas adecuadas para nuestro vínculo, algo que sea convencional, una apuesta larga y angosta que cubra la extensión de todos los rincones de nuestros cuerpos.
Mejor inventamos el desorden, la tangibilidad del caos, seremos como un par de ácratas que subvierten el orden, el mundo de representaciones impuestas. Recuerdo que me lo has dicho como argumento en las madrugadas calidas de este verano.
Te diré que estoy en uno de esos excepcionales momentos en la vida en que he comenzado a dudar de todo lo que soy: hombre, amante, sirviente, domestico, habitante. Y por sentir y creer que la existencia es un clamoroso pesar, una desdicha del porte de un océano, inmenso e inconmensurable.
Seré aún más sincero, no podía a quien escribir a esta hora, no tengo muchas personas a las que pueda dirigir estas ideas, a riesgo que pienses que talvez estoy híperventilado, que estas disquisiciones no se escriben y menos se declaran. Creo que tenemos algunas maneras en común y es justamente un sentido de la desproporción en las declaraciones de nuestras quejas con lo que nos rodea. Y estos enfoques, lo he sentido, también te identifican.
Por otra parte me convenzo que tenemos tanto tiempo para inventar y descubrir, mundos que nos unan, y eso me deja tranquilo, porque a la larga este camino –de verdad lo espero- nos podría llevar a compartir esas preguntas incisivas que le van dando sentido al viaje de la vida.
Me voy despidiendo, lentamente sobrellevo esta hora con una luz de esperanza. Ni orden ni desorden, ni verdad ni misterio, solamente la sorpresa como murmullo, secretos dichos con la fuerza de una mañana fresca.
Quiero tu boca, y un poco de calor de tu cuerpo, y tus pechos que caben en mis manos de oso.
Entre tanto cuestionamos lo que parece respuesta, y admiro que no te quedas tranquila.
Puede ser que esto solo sea un espejismo de mi búsqueda, mientras tanto te quiero.
Simplemente tuyo. Kof.
Podríamos inventar una disciplina, o mejor un mundo de reglas, con técnicas adecuadas para nuestro vínculo, algo que sea convencional, una apuesta larga y angosta que cubra la extensión de todos los rincones de nuestros cuerpos.
Mejor inventamos el desorden, la tangibilidad del caos, seremos como un par de ácratas que subvierten el orden, el mundo de representaciones impuestas. Recuerdo que me lo has dicho como argumento en las madrugadas calidas de este verano.
Te diré que estoy en uno de esos excepcionales momentos en la vida en que he comenzado a dudar de todo lo que soy: hombre, amante, sirviente, domestico, habitante. Y por sentir y creer que la existencia es un clamoroso pesar, una desdicha del porte de un océano, inmenso e inconmensurable.
Seré aún más sincero, no podía a quien escribir a esta hora, no tengo muchas personas a las que pueda dirigir estas ideas, a riesgo que pienses que talvez estoy híperventilado, que estas disquisiciones no se escriben y menos se declaran. Creo que tenemos algunas maneras en común y es justamente un sentido de la desproporción en las declaraciones de nuestras quejas con lo que nos rodea. Y estos enfoques, lo he sentido, también te identifican.
Por otra parte me convenzo que tenemos tanto tiempo para inventar y descubrir, mundos que nos unan, y eso me deja tranquilo, porque a la larga este camino –de verdad lo espero- nos podría llevar a compartir esas preguntas incisivas que le van dando sentido al viaje de la vida.
Me voy despidiendo, lentamente sobrellevo esta hora con una luz de esperanza. Ni orden ni desorden, ni verdad ni misterio, solamente la sorpresa como murmullo, secretos dichos con la fuerza de una mañana fresca.
Quiero tu boca, y un poco de calor de tu cuerpo, y tus pechos que caben en mis manos de oso.
Entre tanto cuestionamos lo que parece respuesta, y admiro que no te quedas tranquila.
Puede ser que esto solo sea un espejismo de mi búsqueda, mientras tanto te quiero.
Simplemente tuyo. Kof.
