la vida de una ola...

La vida es una carretera infinita, en los segundos de una existencia. La vida es un baile de muchas horas en la mirada del que se mueve. La vida es una marea permanente –esta es la figura que más me agrada- en que en cada ola se esconden las ordenes de nuestros cuerpos, las decisiones, las formas del disfrute de una molécula de agua de ese vaivén y que hace que la humedad llegue más adentro de la playa.
Esta noche dejé que una ola mojara, entrando y tocando toda la playa, humedeciendo hasta lo indecible en una incursión de placer. Pero cuando se retiró la espuma, quedó diseminada una mancha extraña, una marca nueva que es distinta a la vez que serena, tal como si el cuerpo de arena sintiera una especie de remordimiento.
No supe qué hacer más que dejar que el silencio sane, si qué es posible, la arena casi inmaculada, en que las fantasías y el deseo juegan en el abrasador sol del día.
La vida es como un montículo de arena, un grupo de estrella que se juntan unas y otras de manera aparentemente aleatorias. Pero no, la playa húmeda, las moléculas y las estrellas tienen un sentido, resguardado por leyes no siempre comprendidas por el intelecto. En eso es en lo que más se parecen todas esas figuras con la vida, en que al final no entendemos del todo sus reglas.

Comentarios

  1. Las leyes, el azar, el juego, todo puede ser y no ser en la paradoja... me recuerdo de la física cuántica y me dan ganas de abrir mis carnes, mirar mis células, llorar y comprender.

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