en una hora con ella (II)...

Hablamos de los recuerdos, de las circunstancias que hicieron posible la imagen de cada cual en el otro, la manera en que nos fuimos transformando, adquiriendo colores definidos, tonos de piel y ojos, formas del cuerpo que se descubre en cada momento que alcanzamos a suspirar en el oído del otro, en ese juego intenso que nos mordemos verdades a medias, suponiendo que el otro es parte de uno.
Hablamos de las noches simplemente, de las horas que pasamos desprendiendo las costras, las mías más profundas, las tuyas de las tiernas que se sanan con saliva (eso creo y se lo digo).
Luego de hablar nos ganó una especie de silencio, un mutismo de palabras desprendidas como ritual nuevo, sin conocer las consecuencias, entre gemidos y rutas sin salida aparente calentamos el aire hasta iluminar la habitación, cercenando las ataduras de la ropa, sin cálculo ni dignidad fuimos felices en ese juego.
Ahora la miro desde la sombra de mi memoria y recuerdo detalles de su palidez de la mañana que corrimos tras un jugo que calmara la sed del transito por ese desierto que florecimos…

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