Un falso positivo no puede invalidar la búsqueda de verdad, justicia, reparación, memoria y compromiso de no repetición
La existencia de un falso positivo no invalida una muestra. Eso es una afirmación estadística estándar: en una muestra de 1000 sujetos, la presencia de un dato errado representa un margen de error del 0.1%. En términos estadísticos, aquello no compromete la validez global del conjunto. Sin embargo, este tipo de situaciones exige adoptar una actitud metodológica que transparente las limitaciones del instrumento o metodología utilizada, realizando análisis de sensibilidad, reportando los márgenes de error de manera explícita y mantener una humildad epistemológica. De este modo, al menos se evita la búsqueda de una perfección inalcanzable, pretensión que se convierte en un obstáculo al momento de reconocer y comunicar una verdad.
Esto que
acabo de señalar es un abordaje promedio de un manual de estadística en
cualquier disciplina de las ciencias sociales en el mundo. El problema es que de
lo que se refiere es sobre la existencia de un caso, un falso positivo, que impacta
en un tema tan transcendental como las violaciones a los derechos humanos en la
dictadura.
El avance de
verdad, justicia, reparación, memoria y compromiso de no repetición han sido
tan complejos, lleno de valles, silencios y amenazas, que ante la presencia de
un caso como el que se ha denunciado en estos días, de una excombatiente que
logró eludir el cerco de muerte en el extranjero, y desde esa nueva realidad
reconstruir su vida, tiene una serie de complejidades: hasta qué punto la
supervivencia, legítima en medio del miedo, justifica el dolor que provoca a
los que sobrevivieron acá en Chile, familia y compañeros que detrás de ella
dejaba una estela de angustias e incertidumbre, y en esa condición se logra un
punto de reparación, comprometido por el mismo Estado que propinó el castigo, a
los sobrevivientes -en especial a su familia- por la vía del reconocimiento a
estos como víctimas, además de la posibilidad de resarcir el daño propinado por
la vía de una pensión y otros beneficios.
Este evento se
ha transformado en el abono para que el negacionismo más reaccionario campee, cuestionando
el trabajo de miles de personas que siguen en la búsqueda de respuestas, ahora
cubierto por el manto de la duda malintencionada, pues nuevamente, una muestra errónea
no invalida el resultado total, a lo suma exige que quienes realizan el
esfuerzo por el instrumento admitan que puede haber un margen de error.
A nivel
mundial se han conocido de otros casos de “falsos positivos” que nos pueden
permitir ampliar el rango de respuesta institucional de este fenómeno.
1. Argentina
- Caso de hijo de víctima de desaparición -dictadura 1976-1983: Adrián Martínez
Moreira.
2. España -
Niños Robados del Franquismo y primer periodo de la transición (décadas
1930-1990). Miles de familias buscando niños robados se encontraron con falsas
identificaciones en pruebas de ADN; estafadores que se hacían pasar por niños
robados; Listas infladas con casos no verificados.
En este caso
complicó las investigaciones y logró desacreditar temporalmente las denuncias.
3. Guatemala.
Guerra civil (1960-1996) con genocidio contra población maya. En el proceso de
exhumación de fosas comunes algunas identificaciones resultaron ser erróneas
mezclando víctimas del conflicto con muertes por causas naturales, además de
dificultar distinguir entre combatientes y civiles. Esto retrasó procesos
judiciales y generó conflictos comunitarios.
4.
Bosnia-Herzegovina. Guerra de los Balcanes (1995), masacre de Srebrenica. El problema
fue el proceso de identificación masiva con ADN incorrectos, mezclados de
diferentes víctimas donde familias recibieron restos equivocados, provocando trauma
por la revictimización.
5. Sudáfrica.
Comisión de la Verdad y Reconciliación post-apartheid (década de 1990), en que
algunas personas se hicieron pasar por víctimas para recibir reparaciones, en
ese caso la Comisión implementó rigurosos procesos de verificación.
En Chile
tenemos una ventaja que opera como oportunidad. El instrumento que en este momento
está asumiendo la tarea institucional: “PLAN NACIONAL DE BÚSQUEDA DE VERDAD Y
JUSTICIA”, que se señala como “Política pública de carácter permanente del
Estado de Chile para esclarecer las circunstancias de desaparición y/o muerte,
y el destino final de las personas víctimas de desaparición forzada, durante el
período de la dictadura civil y militar” debe asumir este doble desafío, mejorar
los procedimientos y revalidar los esfuerzos metodológicos con rigurosidad,
admitiendo siempre la posibilidad que pudieran existir otros casos como el que
se ha conocido.
Si en este
contexto existen responsabilidades políticas de algún nivel por no haber hecho
lo que corresponde, una vez conocido el caso que aludimos, es decir informar a
los estamentos para profundizar en la investigación: tribunales y eventualmente
Contraloría General de la República, tendrán que ser asumidas, pero nuevamente,
este hecho no invalida el total de la muestra, menos aún cuando detrás de este
incidente existen historias de dolor, muerte y sobrevivencia de la más compleja
y profunda significación humana, y en eso no podemos claudicar.