Elecciones en EEUU ¿estamos ante el colapso del sistema?
Algunas consideraciones sobre los
procesos políticos en EEUU y la descomposición del sistema en el marco de las
elecciones.
Diversos cientistas sociales, han
señalado que EEUU vive muestras de descomposición de su orden político, social
e institucional. De hecho, algunos intelectuales han usado el neologismo “Colapsología”
para señalar un enfoque metodológico que ayude a describir, en el ejemplo del
país del norte, aquellos sistemas políticos en crisis y que están en dirección al
colapso.
Ciertamente que hay elementos para afirmar tal cosa, y de sobra, talvez sin necesidad de fundarla en una disciplina para encontrar sentido en aquella constatación.
Desde una perspectiva histórico estructural, es también la crisis del capitalismo globalizado, pero en esta columna quiero centrarme en aspectos puramente del sistema político.
1.- Debe ser desde el punto de vista electoral donde de manera más clara se observan elementos de descomposición, pues es la elección de la máxima autoridad donde su errático presente se enfrenta a las contradicciones de un sistema de designación de las autoridades, que a pesar de aquellas contradicciones se permiten alzarse en paladines de la democracia liberal y representativa, pero que a la vez muestra la capacidad de erigir a un personaje como Donald Trump, y que estemos observando la posibilidad inminente de un segundo mandato.
2.- Trump representa todo aquello que es detestable en la política: mentiroso, manipulador, misógino, reaccionario y altanero, alguien que de sus formas de desplegar la política la ha transformado en espectáculo de provocación, y es en el fanatismo que emana de su electorado, casi el 50 % de la población habilitada para sufragar, respecto de quien es la contrincante demócrata kamala Harris, una burócrata del establishment liberal, que se encuadra como un coherente contrapunto del bipartidismo del sistema de representación institucional, las dos cabezas de un mismo organismo.
Este sistema no deja entrar más
opciones al momento de disputar el poder de los cargos centrales, por la vía de
un mecanismo complejo y excluyente que en el mejor de los casos ignora otras
opciones a nivel nacional. Por ejemplo, en esta elección cuenta con otros 4
candidatos: Cornel West (independiente de izquierda); Jill Stein (Partido Verde);
Chase Oliver (libertario de izquierda); Claudia De la Cruz (Partido Socialista
y Liberación).
Estos mecanismos hegemónicos en
cualquier rincón del mundo generarían sonoras críticas en occidente, acá se
toleran como muestra de una nación ejemplar.
3.- Es necesario precisar que el sistema electoral estadounidense para elegir al presidente es indirecto, por lo que quien recibe el mayor caudal de votos ciudadano no es siempre el ganador de la contienda. Un ejemplo claro es lo que sucedió el 2016, donde Hillary Clinton obtuvo 65.853.514 votos, su contrincante 62.984.829, pero fue este último, Donald Trump, el que fue proclamado presidente. Esto deja inmediatamente una de las claves del poder de cualquier imperio: su sistema de designación de la autoridad no tolera crítica, no hay analistas o académicos indicando que en ese elemento exótico para cualquier democracia en regla hay una flagrante contradicción, y que a pesar de aquello, se ubican como los paladines de la democracia, cuestionando severamente lo que no aparece en regla en otros rincones del mundo. Sin ir más lejos, cada vez que se produce alguna elección en otro país, ante la ocurrencia de algún desfonde de los principios de la democracia liberal, por ejemplo, el de la igualdad del voto y el sistema de la mayoría, ellos cuestionan y se ven compelidos a levantar sanciones si les parece necesario, con la sola excepción de que no sean parte de los países socios comerciales.
El sistema electoral norteamericano
se funda en principios históricos propio de su fundación y formación como nación,
un crisol de estados - 50 en total, además de administraciones asociadas- con
identidades muchas veces disímiles, por cierto, reunidos en una fantasía
llamada Norteamérica, pero dicho esto, sigue siendo tan fuera de norma aquello
de que quien gane en votos puede no ser proclamado ganador.
4.- EEUU vive un acelerado proceso de descomposición, al igual que muchas de las naciones del mundo occidental, que lo colocará en menos de dos décadas, en el predicamento de la falta de mano de obra dispuesta a realizar muchas labores propias de una población joven, y uno de los discursos más extendidos de parte de las dos candidaturas bipartidistas es la criminalización de la migración.
EEUU
padece, según el historiador Emmanuel Todd, los signos propios de una fase de
estado bajoimperial, que se caracteriza, entre otros elementos, en el decrecimiento
poblacional, la dispersión de un proyecto geopolítico común, y la desaparición
de una cultura nacional compartida por las masas y la clase dirigente “…La
implosión por fases de la cultura WASP -blanca, anglosajona y protestante-,
desde los años 60 ha creado un imperio desprovisto de centro y de proyecto, una
organización esencialmente militar dirigida por un grupo sin cultura (en el
sentido antropológico) cuyos únicos valores fundamentales son el poder y la
violencia.” (La Derrota de Occidente, 2024)
El resultado de la elección del martes 5 de noviembre
abrirá un nuevo capítulo de esta historia que estamos observando en vivo y en
directo: el colapso del imperio norteamericano. Este proceso es tan evidente
que en enero de 2022 el académico canadiense Thomas Homer-Dixon advertía,
respecto de la crisis política en EEUU “Para 2025, la democracia
norteamericana podría colapsar, causando una inestabilidad interna extrema,
junto con una extendida violencia civil. Para 2030, si no antes, el país podría
ser gobernado por una dictadura derechista” (La Tercera, 9 de enero 2022),
agregando un antecedente no menor. Del sector poblacional que apoya a Trump, y
teniendo a la vista la experiencia que se vivió el 6 de enero de 2021 con lo
que algunos historiadores han denominado como un intento de “golpe de estado”, en
los hechos del asalto al capitolio, de los más de 50 millones de seguidores de
la derecha, de los cuales varios millones cuentan con formación militar miliciana
-como ex soldados que se formaron en las FFAA- que manejan millones de armas de
distinta magnitud, la posibilidad de un enfrentamiento armado es real.
Si algo de eso ocurriera, claramente sería el cenit del inicio del fin de EEUU como lo conocemos. En caso contrario, y el sistema logra encausar las fuerzas en pugna, la crisis se mantendrá, si no es ahora, será en otra etapa, pues la presencia de los sectores reaccionarios ya es un hecho, y son a todas luces una presencia activa en la vida del país del norte.