De los mejores discos de la historia en Latinoamérica: "Siembra" de Colón-Blades, y "Son con Guaguancó" de Celia Cruz

Hace algunas semanas se publicó el resultado de una encuesta, entre especialistas, un listado con lo que señalan son los 600 mejores discos de la historia en Latinoamérica. Entre los larga duración que se mencionan, hay varios de los que cualquier persona puede identificar, sino al menos los intérpretes de aquellas unidades, entre los que se encuentran nombres tan variados como Rubén Blades, Violeta Parra, Charly García, Chico Buarque o Silvio Rodríguez. Por cierto, que la sola pretensión de construir un listado de cualquier naturaleza conlleva, explícitamente, mostrar preferencias y sesgos, criterios que en cualquier momento se pueden cuestionar con otros argumentos que busque modificar dichas calificaciones, pero qué más da, fue un esfuerzo sistemático que requirió tiempo, y suponemos, debate que dio el resultado que se ha dado a conocer y permite abrir debates.

Me gustaría destacar la presencia de dos producciones que están señalados en el sitial de los primeros 10, de los top, pues de algún modo reivindican el género de la salsa: en el primer lugar se encuentra el disco “Siembra” de Rubén Blades y Willie Colón de 1978 de Fania Records; y en el octavo lugar “Son con guaguancó” de Celia Cruz de 1966 de Tico Records. Los conceptos que justifican los criterios para estar en tan destacada posición permiten valorar la cultura con la que cientos de personas vibran cada semana en Maestra Vida, y otra decena de locales que tienen a la salsa como centro de sus programaciones, características que generan expectación entre aquellos que vivimos en torno a este género.

Pero de qué se habla cuando nos referimos a estos álbumes, especialmente de Siembra, obra de la que cada una de sus siete canciones ha sido programada cientos de veces, algunas incluso fácilmente han sonado sin descanso al menos una vez por semana desde que se inauguró el boliche a fines de los ochenta. Pedro navaja, Plástico, Ojos o Dime son temas seguros en la discoteca de los dj, y el que esta producción sea reconocida como expresión de la mejor música del continente, habla de la vigencia del género, de la capacidad de sus creadores al concebir un disco que es reflejo de la idiosincrasia del habitante latino del continente, al punto que la sola reproducción de alguno de estos track lleve inmediatamente a quienes los escuchan a rememorar algún recuerdo, incluso para aquellos que no sientan una identificación con la salsa.

El segundo disco que se destaca entre los top ten es una obra mucho más selecta en el sentido que requiere una mayor atención, por su importancia en la construcción del sonido que nos interesa. “Son con guaguancó” realiza un recorrido musical, en sus 12 track, siendo  la transición perfecta de Celia Cruz desde su etapa de La Sonora Matancera, a su papel central en la consolidación de Fania All Stars y el despegue de la salsa como el formato que sintetiza todas aquellas expresiones de la cultura afroantillana para el continente y el mundo. No es exagerado decir que efectivamente este es un álbum indispensable en la construcción del género salsa.

Ciertamente que de los temas que componen el disco, en nuestra tradición de dj, el que mantienen mayor presencia fue el éxito “Bemba Colorá”, y algún otro que están más cerca al bolero y el guaguancó que cada cierto tiempo se les programa más como una muestra del hombro de gigantes sobre los que se monta la salsa, el desafío siempre será que no se pierda de vista que todo aquello que hoy suena con la fuerza de las tendencias y modas, en algún momento fue aquello que rompió moldes y trasciende hasta hoy.

Mención especial, para cerrar este comentario, es que de la lista de top de los mejores discos, en el segundo lugar se encuentra «Las últimas composiciones de Violeta Parra» de 1966, una joya de la música que también saludamos como muestra de la capacidad infinita de los creadores chilenos con alcance universal.

Hoy vivimos una época en que cada uno de estos discos se puede encontrar sin mucha dificultad en las plataformas que se ofrecen en el mercado, sino se pueden solicitar también como objetos físicos en los distintos formatos disponibles, para que formen parte del acervo de cada uno, pues finalmente, cuando disfrutamos la música estamos asistiendo a una experiencia compleja que recoge subjetividades estéticas que nos regocijan y entretienen.


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