Plebiscito en Maestra Vida, un resultado estrecho por las transformaciones

 “…la oportunidad se perdió y se impone el recomienzo

“…la conclusión repone el punto de partida” Jacques Rancièr

 

Mientras nos reponemos del estado de perplejidad que implicó la derrota del plebiscito del domingo 4 de septiembre, en manos de las derechas y sus satélites centristas, los acontecimientos desde la política institucional no se detienen.

Luego de confirmar que las élites aprovecharían su triunfo, con un resultado inapelable -con 23 puntos a favor del rechazo y una participación del 85,7 % del padrón electoral, es decir más de 13 millones de votantes-, se han puesto en la misión de dirigir el proceso que continúa, que de momento es parte del itinerario de formación de una nueva constitución, marco que esta vez no considerará a sectores populares, ni una mayor participación de pueblos originarios -aunque se ha señalado que tendrán algún nivel de representación asegurada- y un carácter paritario más bien formal, todo parece retrotraernos a una especie de política que se dio hasta el 17 de octubre de 2019.

Desde Maestra Vida estuvimos especialmente comprometidos en esta campaña. Entendíamos la trascendencia de su resultado, la importancia de tener un marco legal que permitiera avanzar en otras transformaciones que, sabemos, están en la esencia de la revuelta de octubre de 2019, y que permitió todo lo que vivimos en estos años.

Una pregunta que nos hemos hecho en estos días es ¿qué fue de esa presencia clara y consistente de ciudadanos que en el plebiscito de entrada dieron un contundente 78 % a favor de los cambios? Esta pregunta tiene varios niveles que deben ser abordados al menos en una enunciación y explica por qué desde el espacio maestrístico teníamos la sospecha que, aunque de resultado estrecho, este sería a favor del apruebo.

De la información que se ha ido conociendo a posterior del 4 de septiembre, hay algunos datos claves que nos hacen situar, como espacio, en una especie de vértice en la composición de clase en la cual está inserta Maestra Vida, y que puede contextualizar lo que se dio ese domingo.

En primer lugar, el resultado tuvo algunas características: los segmentos sociales de mayores ingresos (quintiles) votaron a favor del apruebo en relación 4 a 10, por otro lado, los sectores populares el voto fue cercano a 3 a 10. De las 8 comunas donde el apruebo fue vencedora está Ñuñoa, que por menos de un punto logró imponerse. También en este mismo nivel de correlaciones, los sectores con mayor formación educacional formal, esa expresión electoral se confirmó en torno a 4 a 10.

Desde siempre Maestra Vida ha sido un espacio que ha contenido un discurso emancipador. Ya al momento de su fundación, el año 1988, sus creadores, eran ex militantes de izquierdas, claros opositores a la dictadura, con una definición de principios que estaba por los excluidos. Como para acentuar esta impronta, a Chalry le gustaba contar sobre la visita que realizara al local el cura obrero Rafael Maroto unos meses después de la inauguración, para bendecir el espacio, un acto litúrgico que unía la tradición de compromiso del catolicismo comprometido y respetuoso de los no creyentes.

Pero esa anécdota esconde una impronta que delimita la naturaleza de Maestra Vida, una realidad que la sitúan en los estratos sociales de la pequeña burguesía, depositarios de una tradición ilustrada de familias de cierta élite -para el caso Pérez y Bulnes. Este ethos se proyecta con el tiempo en un discurso reformista liberal-progresista que llena de consignas como “solidaridad, igualdad y libertad” propias de la primera revolución burguesa, especialmente en el impulso permanente que imprimió Charly Pérez y que lo mantenía en una posición crítica de la concertación, pero con un límite claro en cierto respeto de las institucionales públicas que en definitiva asumía que Maestra Vida era también un negocio.

Este marco ideológico es el que encuadra la ubicación partisana del local, recordando que quienes en la década de 1980 construyeron una escena de cultores y rumberos eran, entre otros, los que regresaban del exilio (especialmente recomendable la tesis de Malucha Subiabre sobre este proceso en Santiago en aquella década). La salsa fue en un primero momento un producto cultural de nicho, que de algún modo generó una adhesión de esas primeras generaciones de rumberos.

Quiero resaltar este aspecto, pues 30 años después, y especialmente para el público de Maestra Vida, en una especie de gentrificación cultural, quienes siguen bailando salsa en los locales como el nuestro es aquel profesional de clase media, estudiante universitarios, funcionarios liberal que mantiene un compromiso medido con programas políticos progresistas como los que ha incentivado este espacio en estas décadas, en definitiva, el perfil del "ñuñoíno" que votó 4 a 10 por el apruebo.



 

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