Se fue un amigo, la enfermedad se lo llevó: adiós José Manuel
José Manuel fue una especie de hermano mayor. Para ser justo jugó un rol en ese sentido en mi formación, entre la infancia y adolescencia, ser un amigo dos o tres años mayor que sabía muchas cosas que yo no entendía, cuestiones que no podía preguntar a un padre ausente, o algún otro referente.
Éramos
vecinos de negocio, yo el canillita del kiosco de diarios él, hijo del dueño
del negocio de abarrotes del barrio, una minimarket que era lo más cercano a un
supermercado antes de los supermercado, con venta de todo lo que se podía
conseguir en un boliche de barrio. Ambos seguíamos la suerte de nuestras
familias. Nos veíamos todos los días desde la mañana hasta que terminábamos
nuestras jornadas, a lo mucho si es que yo tenía que partir al colegio, pero
siempre nos juntábamos a conversar, de algún modo su presencia y la de su
familia le colocaban un poco de color a ese tiempo difuso y gris de la década
de los ochenta en La Florida.
Nos recuerdo
siempre traveseando, junto a mis hermanos y amigos, como una manada de jóvenes
afirmando identidad y experiencia.
Nos dejamos
de ver hace algunos años, y mucho antes perdí sus pasos cotidianos entre los
caminos que nos llevaron en distintas direcciones, pero siempre sabía más o
menos en qué estaba, o las veces que me fue a ver a Maestra Vida (era un
gozador) y nos reíamos de las anécdotas de la infancia, de los chites picantes
y los palmoteos de osos, todo queda en el recuerdo.
Me enteré hace
algunos días que falleció, la maldita enfermedad que tiene a toda la humanidad
pendiente de un hilo se lo llevó, y lo lloré con pena, mientras le verbalizaba
a mi compañera sobre qué significaba este ser en ese tiempo tan importante para
la historia de las personas, la infancia y parte de la adolescencia, y como una
circunstancia tan improbable como una pandemia podía terminar con la vida de un
ser que era parte de la memoria.
Adiós amigo
mío!!!