Desde afuera ruido, desde adentro soledad.

Desde afuera la música y el bullicio eran tentadores. Una mezcla de sonidos paganos, pensó, de palabras, carcajadas y ajetreo que se transformaba en un todo desordenado y caótico pero atrayente. Y no por todo aquello menos contradictorio.
Pensaba en la posibilidad de estar entre el gentío del lugar, ver como la soledad que sentía en ese momento fuera la proyección de la soledad de los que compartían.
Si al fin por que estemos rodeados de seres no estamos menos solos. Era la idea que siempre repetía para justificar su condición vital.
Intentaría, al menos una vez pasar. Qué sería lo peor que pudiera suceder. Que el miedo o la evidencia de la soledad se hiciera presente con dolor. Pero ya era tiempo de romper el predicamento, casi la vida entera observando la naturaleza humana que siempre va corriendo de un lugar para otro sin más compañía que su propia individualidad y él lo sabía, tenía la absoluta claridad y convicción de que así era. Pero también sentía en su propia alma esa condición, que lo empataba a los que observaba, que al fin hace hermanos a los seres de este mundo.
De pronto una pareja deja el boliche, era la oportunidad y estaba dada. Se acercó al corto pasillo que separa la vereda de la entrada. Saludo al guardia sin mirarle con un lacónico hola. En realidad no la había pensado mucho antes de hacer todo aquello. No anticipó las consecuencias, ni preveo un modo distinto. Se dio cuenta que el hombre de la entrada ni se enteró que él pasaba. Seguía siendo invisible como tantas veces, un no ser en una circunstancia de miles de no seres.
El ruido y el humo, la gente en la pista bailando, la música le molestó, pero no importaba. Se acomodó en un rincón obscuro. Parece que nadie le ve.
Se ve entretenido, admitió. Pero no es su estilo.
De pronto nota que una mujer le observa. Les señala a otras mujeres que están a su lado, todas miran y ríen. Ha aparecido para esa gente, pensó. Si yo he estado muchas veces observándoles, quiso decir. Pero el ruido impidió que sus palabras se escucharan. Ya, esto se acabó, viene el hombre de la puerta, pensó. Se ve enojado, pero no se asustó.
Y da la orden: ¡¡¡ ya, fuera perro…!!! ¿¿cómo has entrado??..

(foto: michelle minguras)

Comentarios

Entradas populares