hacer en tiempo con ella
Qué hago contigo?
Supongo que esperar que las cosas pasen, que llegue el día en que sueñes conmigo, que se haga suave la corteza del desierto, que los hombres digan la verdad, que las montañas sean sueños o cuentos de otros tiempo..
Qué hago con tu voz, con las marcas que tengo guardadas en la palma de la mano, con las mujeres que han dicho secretos indescifrables, con las mañanas que te he esperado sentado en un banco de la plaza de armas, alimentando mandriles que bajan de los árboles.
Qué hago con las ganas que tengo de acompañarte…
Dime, mujer dichosa, que hago…
Te digo que esta mañana sueño con tu sueño, que quisiera cuidar tu respiración, la gota de saliva que recorre la comisura de tu boca, los labios que supliqué el verano que fuimos amantes, y luego me volví compañero de fiestas interminables.
Qué hago con tu piel, con las tarde vividas, con la saliva mezclada, con las horas que juntamos nuestros caminos en un camastro indecente, o el asiento de un auto imaginado.
Qué hago, mujer entera, suplente de la propia mujer que quiero tener entre los brazos, y rezar por que nunca me dejes de querer.
Supongo que esperar que las cosas pasen, que llegue el día en que sueñes conmigo, que se haga suave la corteza del desierto, que los hombres digan la verdad, que las montañas sean sueños o cuentos de otros tiempo..
Qué hago con tu voz, con las marcas que tengo guardadas en la palma de la mano, con las mujeres que han dicho secretos indescifrables, con las mañanas que te he esperado sentado en un banco de la plaza de armas, alimentando mandriles que bajan de los árboles.
Qué hago con las ganas que tengo de acompañarte…
Dime, mujer dichosa, que hago…
Te digo que esta mañana sueño con tu sueño, que quisiera cuidar tu respiración, la gota de saliva que recorre la comisura de tu boca, los labios que supliqué el verano que fuimos amantes, y luego me volví compañero de fiestas interminables.
Qué hago con tu piel, con las tarde vividas, con la saliva mezclada, con las horas que juntamos nuestros caminos en un camastro indecente, o el asiento de un auto imaginado.
Qué hago, mujer entera, suplente de la propia mujer que quiero tener entre los brazos, y rezar por que nunca me dejes de querer.
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