desde otra esquina

Y estamos a merced de las horas.
Cada vez que pienso que se deshace entre las manos, se completa entera una noche.
Cada vez que la dejo de querer, se hace un nudo entre los brazos para tenerla.
Nadie es culpable por el camino que inventamos, nada es razón por las mañanas que despertamos esperando que el lecho esté caliente, y soñamos en la miel en una tostada, un jugo de naranja y una tasa de té.
Comprendo que no sea ella la desdichada.

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