Se ha ido mi no-padre. En memoria de Pablo Silva M.
La mayoría de las veces me sentaba en una silla que acompaña el mobiliario de su estudio. Recuerdo que me miraba con sus ojos de respuesta, una idea que le persigue desde lo profundo de su intelecto, de su ser, una manera de saber que el otro preguntará sobre el no conocer. Respirar profundo. Se ha hecho gigante un hombre de otro tiempo, sin cronos que le controle. Un sujeto que despertó al problema de la conciencia humana expresada en la sencilla manera de reflexionar el fenómeno de la existencia, y ese fue uno de sus principales derrotero: ¿cómo responder a las contradicciones de los hombres en relación con su sociabilidad?. Y lo hablamos un par de veces: la conclusión del camino que busca respuestas es heroico, épico, del que sabe que nunca verá concluido ese camino, sino en la muerte de su cuerpo.
Hoy asistimos al nacimiento de un mito. En lo mínimo de esta provocadora afirmación está la convicción de los que lo conocimos de manera directa –la segunda provocación en este párrafo. Y es que el lenguaje como vehiculo de expresión de las ideas y afectos es limitado al momento de querer sintetizar lo que perciben los sentidos –otro de los temas centrales en la obra de Pablo- posibilitando el camino a la poesía, la lírica, el arte.
Hablamos de un hombre único, un neo-renacentista, le incomodaría profundamente -en su infinita humildad- lo que digo en este instante, con múltiples maneras para expresar sus intereses. Primero un poeta, creador nato de todo lo que el intelecto pudiera entregar en aras de otro mundo, un cambio de mirada que le parecía indispensable para esclarecer ese nudo gordiano que nos imposibilita la construcción de una sociedad más justa.
¿Y qué nos tocó? Trabajar mucho por esa ciudad luminosa, un lugar entramado en el respeto de la singularidad de cada cual. Y tantas puertas cerradas, tanta incomprensión y mediocridad, tanto esfuerzo consumido. Pero esperen, no pienses que fue vencido por la adversidad, que su infinita obra –incalculable en su riqueza y alcance- contiene cientos, tal vez miles de hojas, millones de palabras que se mezclan de manera certera para contener la verdad –con mayúscula, el dogma, la ignorancia de la técnica. Y dejar una gran herramienta a disposición del país que tanto amo y de la humanidad.
Con una ética a prueba de pragmatismo, sin atisbo de doblegar su conciencia, volvió uno y otra vez a confiar, a pensar, a mirar riguroso, temeroso de que sus palabras pudieran estar mal entendidas, que pudieran servir a tanto oportunista en busca de “verdades”. Y así sólo propuso una transparente manera de enfrentar esas preguntas elementales.
Tantas veces conversamos de tantas cosas. Hace una semana enfrentamos unas páginas de su último libro contra la pared de la física quántica, la teoría de cuerdas, los universos paralelos. La enfrentamos a la posibilidad de conocer, la verdad absoluta, la inconmensurabilidad de la realidad, a los átomos que se varan en la percepción. Leímos y razonamos con otros hermanos, en una especie de mayéutica de la praxis, preocupados como él del devenir del planeta. Fue un dialogo difícil en el que la mayoría de las veces hubo silencio, pero jamás se derrotaba, escribiendo una línea que lo aproximaba a la ontología del mundo y otra línea al universo poético de la belleza.
Así es Pablo eterno, un no-padre que dejo muchos no-hijos. Un respetuoso observador del proceso de la otrocidad, que nos deja más abierto el camino para seguir edificando nuestro mundo. Una construcción del sujeto que se hace cuerpo en la comunidad.
Hoy asistimos al nacimiento de un mito. En lo mínimo de esta provocadora afirmación está la convicción de los que lo conocimos de manera directa –la segunda provocación en este párrafo. Y es que el lenguaje como vehiculo de expresión de las ideas y afectos es limitado al momento de querer sintetizar lo que perciben los sentidos –otro de los temas centrales en la obra de Pablo- posibilitando el camino a la poesía, la lírica, el arte.
Hablamos de un hombre único, un neo-renacentista, le incomodaría profundamente -en su infinita humildad- lo que digo en este instante, con múltiples maneras para expresar sus intereses. Primero un poeta, creador nato de todo lo que el intelecto pudiera entregar en aras de otro mundo, un cambio de mirada que le parecía indispensable para esclarecer ese nudo gordiano que nos imposibilita la construcción de una sociedad más justa.
¿Y qué nos tocó? Trabajar mucho por esa ciudad luminosa, un lugar entramado en el respeto de la singularidad de cada cual. Y tantas puertas cerradas, tanta incomprensión y mediocridad, tanto esfuerzo consumido. Pero esperen, no pienses que fue vencido por la adversidad, que su infinita obra –incalculable en su riqueza y alcance- contiene cientos, tal vez miles de hojas, millones de palabras que se mezclan de manera certera para contener la verdad –con mayúscula, el dogma, la ignorancia de la técnica. Y dejar una gran herramienta a disposición del país que tanto amo y de la humanidad.
Con una ética a prueba de pragmatismo, sin atisbo de doblegar su conciencia, volvió uno y otra vez a confiar, a pensar, a mirar riguroso, temeroso de que sus palabras pudieran estar mal entendidas, que pudieran servir a tanto oportunista en busca de “verdades”. Y así sólo propuso una transparente manera de enfrentar esas preguntas elementales.
Tantas veces conversamos de tantas cosas. Hace una semana enfrentamos unas páginas de su último libro contra la pared de la física quántica, la teoría de cuerdas, los universos paralelos. La enfrentamos a la posibilidad de conocer, la verdad absoluta, la inconmensurabilidad de la realidad, a los átomos que se varan en la percepción. Leímos y razonamos con otros hermanos, en una especie de mayéutica de la praxis, preocupados como él del devenir del planeta. Fue un dialogo difícil en el que la mayoría de las veces hubo silencio, pero jamás se derrotaba, escribiendo una línea que lo aproximaba a la ontología del mundo y otra línea al universo poético de la belleza.
Así es Pablo eterno, un no-padre que dejo muchos no-hijos. Un respetuoso observador del proceso de la otrocidad, que nos deja más abierto el camino para seguir edificando nuestro mundo. Una construcción del sujeto que se hace cuerpo en la comunidad.
Cada vez que tengo la oportunidad de leer algun texto tuyo me impresiona, por que siento; sin conocer a Pablo; que ya lo conoci, siento la vitalidad de tu prosa como si fuera un discurso directo entre un grupo de amigos.
ResponderBorrarLamento el motivo de este artículo; y como ya señale con la lectura de este articulo siento de igual forma que tu: lamento la partida de este no-padre.
Sinuhé