Microcuento: Dos y tres.

Recuerda la mañana que despertó asustada, pensando que no era ella la que abrazaba el pecho caliente del hombre quieto. Fue solo un momento, un suspiro y recordó que la noche recogió un mendigo que estaba a la orilla de la calle silenciosa.
Mira al sujeto sentado al otro lado del porche de madera que da a la calle fresca, será él quien le pidió que le llevara a otro lado del mundo y nunca más se separaron, o ella la que buscaba un motivo y volver a creer en las manos ásperas de un hombre.
Él la mira desde el extremo opuesto del porche de madera, recuerda la dichosa noche que no pegó ni un ojo cuidando la mujer que le dio un aventón al otro lado del mundo y le dejo entrar a su casa solo con el animo de compartir las pesadillas de cada cual. Y al fin compartieron el lecho y la vida.
Pasa un paseante frente al porche de madera, y observa la actitud de esa pareja que mira la calle y piensa que se siente –intuye- la felicidad como brizna de un mundo mejor, un poco…

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