Día del amor

El día que se celebra el amor. Hace diez años nadie se hubiese molestado en organizar mayúsculo espectáculo, con autos en tacos, locales de comida y florerías llenas, sujetos con ramos –grandes y disimulados- en las calles, parejas circulando por cuanto lugar tuviera olor a love loft –preparado por dependientes para recibir al consumidor desesperado por demostrar lo comprometido que se encuentra con el otro. Anoche Bellavista era un reguero de autos buscando estacionamiento –el día marte mejor ganado en mucho tiempo para todos los comerciantes del barrio- que adornaron con algo distinto, característico. En la Maestra se preparo una carta de licores “amorosa” y Peláez se preocupo de colocar temas –que sin caer en salsa monga que definitivamente no es su estilo- logro matizar la velada con líricas que cantan al amor de manera bastante sobria.
Estuvo bien todo. Nada de sobresaltos con una avanzada de viudos de verano que no hallaron nada mejor que buscar compañía de las que se quedaron sin calor para esta fecha.
Le contaba a mis compañeros de trabajo que yo supe de esta fecha, San Valentín, a finales de los ochenta en dos episodios de series importante para mi registro televisivo. Uno es el Chavo del Ocho y otro es en Snoopy -Charlie Brown. Quien diría que por efecto de que fuerza globalizadota estaríamos en menos de dos décadas después desesperados por hacer notar algo que debiera ser natural, el respeto y amor que se tiene por el otro.
Y yo. Bueno, en la madrugada del martes compartí y disfrute de una bella jornada de madrugada. Ella me regalo su aliento, yo una flor y cuantas palabras pudiera desplegar para admirar su belleza, entre un poco de vino y picadillo suave para el cuerpo.







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