Justicia para AHM, una causa emblemática del estallido
La noche del 2 de marzo de 2020, pasadas las 21 horas, la vida
de la niña AHM cambió para siempre a consecuencia de la acción de agentes del
estado.
Aquella jornada de finales de verano, la niña de 12 años, mientras
acompañaba a un amigo al paradero de la micro situado en la intersección de la
calles Teniente Soto con Avenida Las Industrias, en la comuna de San Joaquín, y
mientras se desarrollaban masivas movilizaciones sociales, unas cuadras del
punto en que se encontraban, protestas que se venían proyectando desde octubre
del año anterior, un piquete de Fuerzas Especiales de Carabineros (ahora
Control de Orden Público -COP), de modo indiscriminado carga una asonada
represiva contra la población que se
encontraba en el sector, percutando balines de escopetas antidisturbios, y
fuera de todo protocolo, armas de f
uego, impactando una bala por atrás de su
cuerpo, ella y su amigo huían de la represión, cayendo ella al suelo
desvanecida, mientras sangraba profusamente de los muslos. El disparo penetró el
muslo derecho, provocando la fractura de la pelvis, generando daño del tejido
perianal, la bala se detuvo en el otro muslo, a centímetros de la arteria femoral.
Con esa grave herida, AHM es trasladada en ambulancia al Hospital
Pediátrico Exequiel González Cortés.
Es importante destacar que, si bien la niña no
pudo ver quién disparó el proyectil que la hirió, los únicos que estaban
utilizando armas de fuego en ese sector eran los miembros del piquete de
Fuerzas Especiales de Carabineros de Chile.
Con este indicio se inició una investigación, con el ingreso de una
querella presentada por CODEPU, que pretendía establecer responsabilidades
mediatas e inmediatas (hechos y mando), pues se entendía que aquellas acciones
no eran aisladas, eran parte de una política de estado que desde la
administración política se validaban para contener a lo que se definió: “Estamos
en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a
nadie…”.
En lo inmediato de los hechos, se reclama que además el actuar de los
funcionarios fue negligente, por cuanto no prestaron ningún tipo de ayuda,
fingieron ignorar la lesión de la víctima, solo reconocieron el hecho varias
horas después, argumentando que recién se enteraron por una llamada telefónica
de un fiscal.
En aquel escenario de negación, redactaron un informe falso en el que
aseguraban haber conversado con la madre, de inmediato, cuestión que la madre
de la niña niega, con el agravante que, en los días posteriores de los hechos,
funcionarios policiales pretendieron comunicarse con la víctima en ausencia de
la madre, a pesar de haber sido advertidos que dicha comunicación no se
permitía por cuanto es ilegal y revictimiza los dramáticos hechos que vivió.
Al no haber logrado ni presionar o amedrentar a la niña y su familia,
elaboraron un informe al Primer Juzgado de Familia de Santiago con un relato
redactado de manera intencionada para sugerir que la niña participaba en la
manifestación y que la madre, descuidó su bienestar al permitir que se
manifestara, cuestión falsa.
Han pasado 5 años desde los hechos que originaron una larga
investigación, que en varios pasajes se pretendió sobreseer, con las
dificultades propias de procesos sociales y políticos que trastornaron los escenarios
y las aspiraciones incluso para algo tan elemental como la justicia, logramos
empujar las indagaciones identificando -por intermedio del Ministerio Público-
a funcionarios de la 50° Comisaría de San Joaquín, y a un funcionario policial,
hoy oficial de la institución, como quien percutó los disparos que hirieron a
la niña.
Esta es una de las causas que han logrado avanzar hasta la
etapa de juicio oral, que se inició el lunes 31 de marzo, y que pretende
establecer la responsabilidad de un acto criminal, que afectó a quien la ley la
provee de una especial protección, la infancia, y que un agente del estado
vulneró.
Ciertamente que hoy, en un contexto de creciente justificación de la violencia estatal, en una feroz campaña comunicacional y política por rehabilitar el papel de la represión en el marco de la revuelta social, parece indispensable destacar el esfuerzo del equipo jurídico de CODEPU por sostener la urgencia de la justicia, que los represores deben pagar, que la impunidad no puede prevalecer nuevamente.