Cumplir 50 + 1, la felicidad
Pasó mi
cumpleaños 51 y a pesar del esfuerzo por no expresar mucho más que una ligera
expectativa de esta fecha, se cumplió una bella confirmación: el cariño que
existe en mi entorno, la familia -mi madre, hermanos, sobrinos, hija, mi amada
compañera- amigos, compañeros y cercanos, haciendo un esfuerzo por saludar y
reconocer cuestiones que son parte de las acciones propias de mi existencia, lo
que uno es, conductas honestas, esto último fundada en una ética de la empatía:
hacer todo aquello que uno quisiera recibir del entorno, e intentar no provocar
dolor que no quisiera recibir, no mentir porque no quiero que me mientan, no
violentar alrededor como no quiero que me violenten (la excepción de la legítima
defensa nunca la puedo desconocer), y así en todos los ámbitos de la vida, y
creo que de momento se cumple esta idea matriz. Y así sea el caso, siempre es
difícil no defraudar nuestras propias convicciones, pero estoy atento que
aquellos deslices me sumen para mejorar.
Como dice
la canción de la “Pequeña serenata diurna”: “Soy un hombre feliz / Y quiero que
me perdonen / Por este día / Los muertos de mi felicidad” (lo declaro pensando
en mi maestro, Pablo Silva, quien falleció un 5 de junio de hace 17 años). Y
soy dichoso porque tengo la mejor vida que pude imaginar, llena de proyectos
intelectuales, lecturas, música, escritura y amor.