Santiago bohemio está en crisis. Una reflexión sobre la noche

A esta altura podemos afirmar con absoluto convencimiento que la noche de Santiago está en crisis.

Por cierto, lo digo desde mi experiencia en el barrio Bellavista -5 noches a la semana lo habito como trabajador en Maestra Vida. En todo caso, sé que, en zonas puntuales, como las comunas del oriente, la noche tiene oferta y demanda, se vive sin que exista alguna crisis, pero ese es otro fenómeno que habla más de la concentración de la riqueza y la segregación de la capital, por lo que mis conceptos tienen que ver con el punto cardinal de Pio Nono hacia el sur, norte y poniente del Mapocho.

Llevo 23 años viviendo la noche, he visto y reflexionado aquellas experiencias, sobre la cultura de transitar estas coordenadas de la ciudad, sus personajes y los lugares que nacen, se desarrollan y muchos desaparecen entre el ruido incesante de miles de almas que visitan el barrio, y que tiene un punto significativo en la esquina de calle Santa Filomena.

Desde 1988, este lugar solamente se silenció por efecto de la crisis sanitaria (2020-21), pero inmediatamente levantadas las restricciones de movilidad volvió a ser disfrutado con un brío que emergió como respuesta a ese tiempo que, ahora, parece lejano, aunque cumplimos recién dos años desde que en septiembre de 2021 retomamos la fiesta.

En las últimas dos décadas, periodo desde el que puedo hablar como experiencia, el país y el mundo han pasado por otras crisis, sociales y económicas, pero nunca había dejado una estela de calles vacías y locales cerrados, situación que se observan algunas noches en las calles que circundan Maestra Vida.

Nosotros tenemos algunas fortalezas que nos permiten sostener el proyecto, por supuesto que el estar hace 35 años en este mismo lugar, con una oferta cultural que da certidumbres -a pesar de los cambios culturales que han operado en este último periodo, nos permiten observar y opinar de ese vacío que se percibe un marte o miércoles, a veces un jueves o viernes a eso de las 21 horas, cuando la esquina es transitada por los ocasionales habitantes de las zonas aledañas, que van rumbo a sus hogares, sin ánimo de andar detrás de alguna oferta rumbera de cultura u ocio.

La crisis que constatamos se explica en múltiples factores. Por cierto, en esta coyuntura, al parecer, la principal tiene que ver con la dimensión económica, ante urgencias más vitales, para miles de personas, han reducido el gasto en disfrutar la bohemia, aunque también hay señales que mucha gente se reúne en torno a los hogares, por los evidentes ahorros que aquello implica, sin buscar los espacios de acceso público que se ofrecen para reunirse colectivamente en torno al trago o la música.

Pero también existen otras cuestiones que han ido entorpeciendo el flujo de visitas. El tema de la seguridad siempre es sensible para un espacio de la ciudad que mezcla personas muchas veces excitadas y estimuladas por alcohol y sustancias recreacionales, una masa que los oportunistas siempre han a aprovechado para delinquir, es un tema real con el que hemos tenido que convivir desde siempre. Al parecer por efecto de una campaña comunicacional en distintos momentos en los últimos años se ha puesto el acento en las incivilidades, más que en los aspectos virtuosos de la bohemia, ayuda al desarrollo de las comunidades, entregando aquellas dimensiones que permiten desplegar las necesidades blandas del ser humano, además del aporte a medianas y pequeñas iniciativas comerciales.

También se han ido conjugando otros factores menos evidentes, pero que en la suma de cuestiones más basales aportan al estado de las cosas, como por ejemplo la salida de la crisis sanitaria empujó a mucha gente a buscar la oferta, pero muchos de los espacios no eran lo mismo previo de ese periodo, el desorden para situar cada estilo y forma de disfrutar, entremedio de la urgencia por “recuperar aquel tiempo perdido” hizo que a la vez alguna gente se agotara de esta nueva forma de vivir la noche, o la creación de zonas de ocio en distintos lugares de la región, diversificó la búsqueda que se daba en menos barrios antes de 2019.

Creo que de esta coyuntura saldremos, está costando, pero es tan necesaria la vida nocturna, el poder encontrarnos colectivamente en prácticas distintas a las que desarrollamos como trabajadores, estudiantes o cuidadores, por lo que debe ser una tarea vital para las autoridades el fomentar e incentivar la recuperación de la noche de Santiago.

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