Celebración exótica, Halloween
medios de comunicación y cultura, se han ido mimetizando en nuestro calendario.
Por supuesto que hemos discutido muchas veces que en
el sur del continente, en estricto rigor desde el Río Bravo a estas latitudes,
tenemos para este mismo tiempo, otra festividad que se conoce como “Día de los
muertos”, o para el 2 de noviembre, de todos los santos, una resabio de
distintas formas de sincretismo que mezclan el paso del invierno al verano, en
verdad la celebración del mejor tiempo que permite la siembra y en ese camino
se recuerdan a los que no alcanzaron a pasar el crudo invierno.
Pero más allá de las consideraciones de raíz de estas
fiestas, lo cierto es que en especial esta importada muestra una especial
centralidad en lo carnavalesco del disfraz, en la posibilidad del
desdoblamiento, el ser otro en el espacio público, un delincuente, o una
estrella, un desquiciado o un líder, aquel personaje que representa la moda o
el sentido de lo contradictorio, es la fiesta en su forma más esencial.
Por eso es meritorio que esto que surgió como
expresión localizada, y para grupos etarios más bien infantiles, se ha transformado
en una excusa para que todos se transformen en aquellos que quieran ser. Una
utopía en esta realidad tan chata.