El domingo 7 de mayo voto Lista D

Hace algunas jornadas participé en una reunión de la organización de DDHH de la que soy parte. Se convocó para definir una posición sobre el proceso electoral del domingo 7 de mayo. Como debí suponer mi postura es absolutamente minoritaria de los participantes en aquel debate, y las razones son en muchos sentidos entendible y tienen la perspectiva que se mueve con la misma convicción que mi posición: los afectos.


La elección próxima se inscribe en un itinerario marcado por la exclusión y la amenaza de las élites, contenidas en un proceso amañado que pretende validar, el más o menos cerrado acuerdo de expertos y partidos políticos sobre los contenidos que deben estar expresado en una nueva constitución: un sofrito de neoliberalismo corregido con tintes de estado social de derechos.
Por supuesto que la decisión de anular/abstención está motivada por la imposibilidad de intervenir o influir en un proceso que sigue un curso a espalda del pueblo, en ese gesto hay una posición política que no se sustenta en nada más que el gesto, el rechazo, la indiferencia incluso, pero que como expresión más o menos individual no se sostiene sobre un plan o programa político, no hay nada como una referencia colectiva a un camino, más allá que la propia rabia que se alienta sobre la derrota que vivimos en septiembre de 2022 (para aquellos que estuvimos por el apruebo, dejo fuera a un pequeño grupo de reactivos que tampoco estuvieron por votar en ese plebiscito).
Mi opción es ir a votar el domingo 7 por alguno de los candidatos de la lista D, no porque crea que los consejeros de izquierda que pudieran ser electos lograrán mover de modo sustancial el contenido del acuerdo que fue sacramentado por las élites, sino porque -afectivamente- no estoy dispuesto a darle la alegría a las derechas de tener una mejor votación que lograron en septiembre, pero además, porque si queda algo del programa de reformas que elegimos en diciembre de 2021, mi voto será para decir aún tenemos porqué bregar.
Sé que es difícil sostener esta postura con otra cosa más que en la resistencia a la desesperanza que cunde en nuestro sector, en el mundo popular, en la izquierda, lo veo todos los días, a cada rato, pero de esto estamos forjados, de esfuerzo ante la adversidad. Llevo casi 40 años en política y nunca antes estuve tan cerca de pertenecer a un sector que pudiera impulsar un proyecto de trasformaciones, pero la historia enseña que estos procesos no son regalo, que ante el avance popular viene la respuesta reaccionaria, y que probablemente tendré que esperar otros 30 años para estar nuevamente ante un horizonte como el que estuvimos en este ciclo (2019-2021).

Mientras tanto voto por la lista D.

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