Enrique Symns , un recuerdo sobre una crónica de peleas

Recuerdo leer las crónicas de Enrique Symns a fines de los noventa en el kiosco de mi madre, en las tardes mientras pasaban las personas en sus trámites en La Florida, disfrutaba esos textos de lugares que, en ese momento, suponía, nunca lograría ingresar: tugurios nocturnos, espacios de boche, violencia y desamor. Especialmente impactante, no puedo describirlo de otro modo, fue un texto que leí en revista The Clinic sobre el “arte” de la pendencia, una apología al combate cuerpo a cuerpo, a la lucha masculina de pendencieros alcohólicos y drogados que disfrutaban la sensación de la refriega a puño limpio, los hematomas, el dolor de aquel contacto físico, una alegoría al sufrimiento masculino -lo asumía como una cuestión de género, pues no había atisbo de alguna presencia femenina más que como una justificación o detonante circunstancial del enfrentamiento.

Por supuesto que todas aquellas reacciones, y sus consecuencias, eran expuestas como parte de una descripción alegórica del sinsentido, dar y recibir golpes era mostrado, se transmitía en esos códigos, como una forma de vivir la existencia humana, el contacto como una ontología del hacer de los participantes que le daba algún sentido existencial. Recuerdo que después de leer toda aquella apología poética pensé: yo no quiero probar esa experiencia, pero a la vez en esa intensidad suponía que debía haber algo agradable.

Hace algunas semanas supe que Symns estaba muy mal, viviendo en la calle en Buenos Aires, enfermo y solo. Junto con lamentar aquella información, recordé esa crónica de pendencieros y la intenté buscar sin resultados, pero no pude evitar incorporar su mención en el libro de crónicas que estoy escribiendo, en un apartado sobre la violencia y las peleas en Maestra Vida. Algunos años después de su lectura me enfrenté, en parte, al mundo que intentaba retratar el periodista, la noche, el alcohol, las drogas, las mochas, a dar y recibir golpes, y en esas refriegas reafirmé la idea que me había generado el texto: es una experiencia ruda, dura, pero principalmente dolorosa, que no tiene mucho de épica, es simplemente despliegue de energía que desgasta y en muchos sentidos degrada, pero que está ahí, que lamentablemente es inevitable, y que dice mucho de la naturaleza de los seres humanos.

Esta tarde ha fallecido Enrique Symns, y se fue como retrataban las noticias: pobre, solo y enfermo, y no puedo dejar de recordar su escritura entretenida y probablemente fantasiosa, que hablaba de las cosas que se supone vivió, la bohemia, el boche, la pendencia, las drogas, todas dimensiones que en más de 20 años he tenido que observar y vivenciar.

Supongo que es bueno que escritores se den el tiempo de narrar esos fenómenos que se viven entre las penumbras, y Symns logró aquello de un modo intenso, entretenido y con talento.  



 

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