"Business as usual" volver a lo de siempre, la lucha por los cambios
“Business as usual” es una expresión que ha estado de moda en los últimos meses en el mundo y hace referencia a volver a lo que estábamos antes, en directa alusión con ese pretérito momento en que se frustró la vida social al comienzo de 2020 con la declaración de pandemia. Esta idea, que en estricto rigor es una manifestación de un cierto impulso conservador, que hace referencia a formas de restitución de un orden perdido, a valores que en algún punto del camino se extraviaron, en nuestra realidad particular como comunidad tiene implicancias que están siendo vividas de modo a veces felices, a veces inquietantes, a veces con decepción.
Por supuesto que, en un sentido cotidiano, el impacto que estaban
provocando muchas de las medidas de contención de la enfermedad en algunos casos
tuvo efectos dramáticos en la vida social. De partida la fiesta rumbera se
detuvo por año y medio, y cuando volvimos, en septiembre de 2021, fue en
condiciones restrictivas que soportamos hasta mediados del año pasado que se
suspendieron. De todas maneras, si nos invitaban a levantar una consigna como “volver
a lo de siempre”, era una idea atractiva que nos identificaba. Pero en esta deriva
postpandémica esto implicó, en un sentido más amplio y profundo, volver a lo
que era previo a todo el ciclo que nos tocó vivir, incluso volver a septiembre
de 2019, volver a la gestión del segundo gobierno de derecha, volver a una cierta
apatía que ha arrasado con los anhelos de transformación.
El drama de este tiempo es que hemos recuperado la noche, el
verano y la necesidad de visitar la rumba, la música en vivo, el contacto estrecho
y sin complejos con la alteridad es una muestra de resiliencia de la especie
humana, de la capacidad por retomar la vida, pero es también una muestra del
olvido, de un amnesia selectiva que impone dar la espalda, también, al sueño de
la emancipación, a aquellas acciones y discursos disruptivos que exigían el fin
del viejo orden, y el nacimiento de un nuevo país que acogiera la diversidad
sin complejos.
Podemos entender que este tiempo está cruzado por múltiples crisis:
de partida el efecto inmediato que tuvo sobre todos la pandemia; consecuentemente,
la que ha sido llamada también como una enfermedad de alcance masivo, el
impacto sobre el equilibrio sicológico de millones de personas que implicaron
las medidas restrictivas; y desprendiendo de estas dos dimensiones, la que
podría ser denominada una crisis de identidad. Por cierto, a consecuencia de lo
anterior, hoy estamos sumidos en una profunda crisis económica, sin olvidar la crisis
que arrastrábamos desde hacía muchos años, la de representatividad y
legitimidad de las élites. De pronto parece que quedamos varados en un bucle
que no despega de la década del 2010.
Todo este marco aparece cruzado por otro hecho ineludible, el
sorprendente resultado del plebiscito de setiembre de 2022, que significó un
eclipse de toda una sumatoria de hitos que se acumulaban desde el 18 de octubre
de 2019.
Ya hemos vivido algo de esto en la historia de las últimas
décadas. Cuando se inició la transición pactada, en 1990, con su doctrina de
cambios “en la medida de lo posible”, y que implicó un largo periodo de
hedonismo y fantasía despolitizada que tuvo en esa expresión individualista “no
estoy ni ahí”, dicha por el héroe deportivo del momento, impregnó de inmovilismo
a una generación completa de jóvenes que resignadamente se sumaron a la fiesta neoliberal
del consumo y la individualidad.
Vivimos tiempos contradictorios, en que parece que aquello de “volver a lo de siempre” suena más a un acto
de escapismo, que a una apuesta por sanación, porque sabemos, o debiéramos estar
conscientes que el que le demos la espalda a la realidad no significa que los
problemas que nos llevaron al punto de eclosión se hayan acabado, están ahí: la
desigualdad, las injusticias, la mentira, el abuso de los poderosos.
Estamos entrando a un año de mucha incertidumbre, pero tenemos
la esperanza puesta en los cambios que se propusieron desde la coalición que
gobierna, no queremos dejar de creer que este será un capitulo más de esa larga
espera de cambios, el momento sigue siendo ahora, y aquellos de “volver a lo de
siempre” sea: retomemos el camino por las transformaciones.