CONTACTO EN FRANCIA, una película de persecución

"The French Connection" EEUU / 20th Century Studios 1971


Centrada en los aspectos de una investigación policial, surgida de una intuición, que realiza una pareja de detectives antinarcótico, Jimmy "Popeye" Doyle y Buddy "Cloudy" Russo, en Nueva York de la década del 70. Los policías son interpretados por Gene Hackman y Roy Scheider respectivamente, y Fernando Rey como Alain Charnier el antagonista y cerebro de una operación de tráfico de heroína: transportar una tonelada de droga al interior de un auto que va en un barco desde Marsella a la costa de norteamérica.

Manteniendo la estructura de cine negro -film noir-, género cinematográfico caracterizado por sus personajes que se mantienen al límite de un comportamiento socialmente deseable, las prácticas desprejuiciadas y violentas de los detectives rayan en la ilegalidad, que en la película se expresa como conductas reaccionarias, xenofóbicas y machistas propias de la idiosincrasia y cultura de aquel periodo de la historia en occidente.

William Friedkin dirige con soltura una descripción algo moralista que señala la tensión especialmente del detective “Popeye” Doyle, al vigila las actividades de Charnier y sus formas violentas mientras transita por una ciudad bajo cero, de días grises y húmedos que describen una especie de decadencia cancina de ese entorno urbano.

Parece notable el contrapunto que se logra en la secuencia de vigilancia a la hora del almuerzo. Al calor de la calefacción en un cómodo restaurant de lujo, el narcotraficante, el refinado Alain Charnier, comparte con un secuas una mesa opulenta, mientras el policía se mantener de pie en la vereda, en medio del frio que envuelve todo el otoño del hemisferio norte. El compromiso del vigilante con su objetivo se demuestra en el alimento de esa jornada: snack acompañado de un café que no alcanza a disfrutar por insípido. Parece evidente la interpretación que permite este segmento, describe esa doble vía ética que señala a quien infringe la ley, por otro lado quien sacrifica su comodidad por asegurar cumplir con un objetivo. En esa distinción hay dos vías que se observan, por un lado la moderación rayando en la intemperancia ética (Aristóteles: Ética Nicomáquea. Gredos 1985) de “Popeye” Doyle, quien utiliza recursos que lo acercan peligrosamente a la conducta abiertamente viciosa de su alter-ego Charnier.  

Desde el punto de vista fílmico esta película cuenta con una de las más reconocidas persecuciones automovilísticas del cine. Jürger Müller lo describe del siguiente modo: “Friedkin y su equipo se comportaron de una manera verdaderamente criminal al rodar la legendaria escena… la toma fue realizada a 90 millas por hora sin cortar el tráfico, que aquí es auténtico…”. Una de las características que han destacado historiadores del cine norteamericano es esa fascinación obsesiva que cuentan por las persecuciones de automóviles, verdadero subgénero que se ha emparentado con el road movies.

De todas maneras es un film indispensable para cualquier observador que se precie de ver obras indispensables del género cinematográfico, con actuaciones logradas y una dirección ágil.

Ganadora de 5 premios Oscar, además de otros reconocimientos es parte del canon.






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