18 de octubre, el inicio de todo lo demás

Lo que se inició el 18 de octubre de 2019 fue expresión de décadas de cansancio acumulado.

El gran relato de este tiempo está inscrito, como siempre sucede cuando se viven procesos de transformaciones profundas, con la entrega y compromiso del conjunto del pueblo, y el sacrificio en vida e integridad física de unos pocos que están expuestos a la violencia de los agentes del estado.

Pero este ciclo se ha dado en otros momentos -en contextos históricos particulares-, paralelos que siempre es provechoso tener a la vista. El primer cuarto de siglo XX Chile fue también testigo de una profunda crisis institucional efecto de la ausencia de representación que se arrastraba desde el siglo anterior y tenía como corolario la irrupción de la clase obrera y los sectores populares urbanos, que el historiador Gabriel Salazar denomina “pueblo mestizo”. En ese marco -entre 1890 y 1920- se cuentan 400 hechos relevantes que van desde huelgas y movilizaciones a revueltas y rebeliones que obligó a la oligarquía gobernante a considerar la cuestión social y la reforma política como el camino que permitiera canalizar las demandas populares, proceso que la siempre estuvo resistido por las élites que levantaban "campañas del terror" del tipo "amenaza roja" o sabotaje bolchevique, esta última avanzada la década del 1920. 

Un siglo después, en un contexto social y cultural significativamente distinto, la politización de los grupos marginados de la democracia protegida, legado del pacto transicional posdictadura, tienen en la movilización callejera un estado de intensa protesta y sublevación -ante un sistema de representaciones políticas en crisis- a millones de personas, que de distintas formas expresan ese hastío, una expresión de la subjetividad colectiva del “Basta ya!!”.

De esto se tratan estos 24 meses que hemos vivido en una vorágine de ruptura de época, una fisura que tiene a los actores populares en la primera línea de combate, con una Convención Constitucional impensada antes de 2019 con una mayoritaria representación de sectores que reclaman el programa de cambios en contra de aquellos sectores que fueron hegemonía en el último medio siglo.

Pero a la vez la historia también enseña que estos influjos no son eternos, tienen desgastes y el cansancio que se denomina "repliegues",  que se expresa en grupos que se descuelgan del programa de transformaciones, más cuando la élite ha vuelto a tomar posiciones en contra los cambios que de mala manera aceptó en el momento de mayor presión popular.

Se ha señalado que estos procesos tienen una duración máxima de una década. Así lo han descrito algunos analistas e historiadores que entienden la crisis de 1920 como un modelo a comparar, y que al igual a cómo se están dando las cosas, se observan esos flujos y reflujos de las expresiones de rebeldía, y que tienen la posibilidad de ser probada  en la intensidad e intención electoral de próximo 21 de noviembre en que se elige al presidente –en primera vuelta- y se renuevan totalmente la cámara de diputados, y casi la mitad de senadores, además se elegir a CORES (Consejeros Regionales).

Si el proceso comienza a despuntar, será el momento de las expresiones de organización política y social para canalizar el aprendizaje y la experiencia de estos dos años, pero a la vez es el instante de cristalizar liderazgos detrás de programas que ordenen las prioridades de los cambios que se busca consolidar desde una nueva institucionalidad que se pretende confirmar desde las deliberaciones convencionales, sin olvidad que fue en la calle donde parió todo los demás.


 

 

 


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